Mills frunció el ceño, descuidó tanto a la humanidad que ya no sabía sobre ellos, deslizó los dedos sobre el artefacto metálico en el que llegó y no pudo evitar sorprenderse, otra vez.
Olfateó, este lugar tenía sin duda la línea sanguínea que quería, ahora sólo debía encontrar a su compañero.
Se alejó del auto y comenzó a caminar a donde quiera que lo llevasen sus piernas, su cabeza aún dolía gracias a la magia que habían utilizado en él, después tendría que investigar cómo los magos sabían sobre su especie ya que se suponía que era un secreto de miles de años de antigüedad.
Mills se detuvo de pronto captando un aroma, una hermosa rubia de ojos verdes caminaba en dirección contraria, la identificó como uno de los tres hermanos de los que hablaba Dian.
La Alfa se detuvo y le miró.
—¿Eres nuevo? —preguntó mirándolo con intensidad, Mills alejó los ojos de ella.
—Sí, acabo de llegar, Dian me trajo.
—¿Mi tío? ¿Por qué?
—Sólo nos encontramos por ahí.
—¿Qué eres? —preguntó inspeccionándolo de arriba abajo, Mills gruñó, estaba acostumbrado a eso, pero sólo de Dragonas, por lo que veía los cambia-formas lobos no eran lo que cmrecordaba.
—¿Eso no es un poco descortés de tu parte?
—Estamos en el siglo XXI —dijo con un encogimiento de hombros, Mills suspiró.
—Ya veo, no hay nada de modales ahora.
—¿Contestarás?
—Dragón, soy un Dragón.
—¿Qué? Eso es genial —dijo sorprendida.
—Tengo que irme —murmuró dejándola toda emocionada.
Mills no podía perder el rastro que tenía, esta chica no era su compañera.
Caminó un poco más y se detuvo frente a una pequeña cabaña, se veía antigua pero acogedora. Las vides cubrían las paredes y el techo haciendo un diseño fantástico.
Mills se detuvo frente a la puerta y a punto de tocar un Alfa le abrió la puerta, el lobo se quedó de piedra en cuanto le vio, tenía cabello castaño y ojos verdes igual que su hermana, la única diferencia es que esta vez sí estaba frente a su compañero.
—¿Cuál es tu nombre? —murmuró, el chico se estremeció y dio un paso atrás, no parecía querer contestar la pregunta por lo que Mills tuvo que repetirla.
—No es educado pedir mi nombre cuando no das el tuyo.
Mills se mordió el labio, definitivamente le gustaba su compañero.
—Puedes llamarme Mills, ¿cuál es el tuyo?
El lobo se aclaró la garganta ahogando su nerviosismo, Mills podía olerlo de todas formas, además de eso los ojos dorados del chico estaban en la superficie, sus garras un poco crecidas.
Parecía estar aterrado, el motivo estaba a punto de descubrirlo.
—Ross.
—Ross, eres más hermoso de lo que imaginé —el lobo retrocedió todavía más, Mills lo tomó de la cintura, no era nada estrecho, había músculos bien definidos en todos los lugares correctos.
—¿Qué?
—Soñé con mi compañero, pero tú… —murmuró mirando sus labios, Ross lo empujó.
—No, aléjate, estás equivocado.
—No lo estoy, Ross, eres mi compañero.
—No quiero un compañero —Mills ladeó la cabeza y acarició su labio inferior con el pulgar, Ross lamió sus labios en cuanto se alejó.
—¿Por qué no?
—Los compañeros te hacen débil, quitan tu libertad y dan problemas —explicó incómodamente, Mills le colocó algunos mechones de pelo detrás de la oreja.
—Está bien, te daré el tiempo que necesites, el tiempo no es nada para nosotros —Ross lo vio con sorpresa.
—¿Así de fácil?
Contrario a lo que pensaba Ross, no era una decisión fácil, Mills llevaba esperando por su pareja muchísimo tiempo, pero de ninguna manera ataría a alguien a él si eso no era lo que quería.
Ross tarde o temprano querría estar junto a él y Mills sólo debía esperar ese momento.
—Sí.
—Yo…
Ross se quedó en blanco, en serio no esperó su reacción, Mills le dio un beso en la mejilla antes de alejarse por completo.
—Estaré esperándote una vez decidas que no soy un problema.
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Predestinados VI : Lazos de fuego
Manusia Serigala¿Razones para no querer un compañero? Todas las que podían existir!!! Eran problemáticos por lo que no querer uno era bastante razonable, mucho más si tu compañero había resultado ser de una especie completamente distinta, un dragón no era una broma...