𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐈𝐍 ↯ Eddie Munson/ST

Capítulo 6: Problemas en la luz

—FLASHBACK—

Morgan Robert-Hawk no era la niña de doce años más extrovertida en toda la provincia, y definitivamente tampoco la más entusiasta o simpática dentro de su minúsculo grupo de amigos, pero de lo que sí estaba segura es que era talentosa y un peculiar acontecimiento en la galaxia.

Es claro señalar que esos atributos no se le habrían pasado por la cabeza en ningún momento si de su propia cuenta se tratase, sin embargo, Eddie Munson se había encargado de hacérselos saber una y otra vez cada que la pequeña castaña lograba golpear con fuerza e intención genuina los platillos de la batería en casa de Beckham Oliver tras montar su último solo en la canción que llevaban ensayando por más de un mes y medio. Al final de cada jornada, aunque sus tímpanos parecieran querer explotar de tanto ruido excesivo, el típico "Eso que hiciste sonó de locos" por parte de su amigo era lo que la hacía regresar al día siguiente.

Hasta que el destinó de todos sus esfuerzos por impresionar llegó.

Y vaya que nada le había impresionado tanto a ella misma como lo que sucedió ese día.

Esa mañana en particular el ambiente se sentía incómodo y hasta cierto punto, con un aire sospechoso de complicidad entre los muchachos que iban y venían de un lugar a otro detrás de la tarima del escenario del teatro, con rostros llenos de nerviosismo y una necesidad irreconocible de que algo que desconocía sucediera.

Terminando de arreglarse como pudo el cabello de manera que luciera lo más acorde al tema de la banda y estar en sintonía con los demás niños, sonrió convencida de los resultados.

Un montón de murmullos en forma de exclamación provocaron que su mirada se desviara de su reflejo hacia el par de siluetas que estaban a sólo unos metros de en donde estaba ella, como discutiendo entre sí. Cuando uno de ellos la descubrió observándolos, sonrió consternado.
"Shhhhh, cierra la puta boca. Ya voy".
Alcanzó a escuchar, cuando lo vio comenzar a caminar hacia ella.

Se dio la vuelta y recargó las dos manos sobre el banco en el que estaba sentada, clavando sus ojos sobre el mayor.

Él intentó distraerse con las cosas que habían a su alrededor con tal de aislarse de su mirada.

—¿Tan ridícula me veo?

Eddie soltó una risa con ausencia de emoción.
—Más que siempre, pero es entendible.

—Eres un maldito grosero.—soltó.

—¿De verdad piensas eso? —borró su sonrisa.

Juntó las cejas extrañada por su repentino gesto.
—¿Qué te pasa?

—¿A mi? Nada. —Negó rotundamente —absolutamente nada. Estoy bien, ¿no lo ves?

—En realidad parece que te irás a llorar en cualquier momento.

—Olvídalo, eres una paranoica.

—Chillón.

—Ridícula.

La puerta trasera de los bastidores del teatro se azotó sin cautela y el cuerpo de un chico mayor a todos ellos con un chaleco de vinil lleno de estoperoles entró en su campo de visión.
—¿En dónde está mi maldita banda?

La cara de los niños se llenó de felicidad y corrieron hasta él con urgencia. Todos excepto Morgan y Eddie, quien a decir verdad, luchaba también con las ganas de ir con él, y aunque ella no lo reconocía, también le intrigaba la presencia de tal sujeto.

Hasta que sus ojos se alzaron más y logró ver entre los dedos de una de sus manos un par de baquetas desgastadas. Frunció el ceño.

—¿Quién es? —preguntó por obligación.