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Raúl Cortés

Pasamos la noche entre risas y abrazos. No podía dejar de mirar a los niños y en como tan solo faltaban unas horas para que por fin cumpliesen ocho años. Tan solo podía llegar a una conclusión y era que el tiempo se me estaba escurriendo de las manos.

Siempre había tenido la sensación de que corría a la misma velocidad que él, pero es tan solo eso, una sensación. Es una carrera y él siempre va por delante, es el ganador por el que todo el mundo apostaría sabiendo que va a ganar. Es el invicto en todas las batallas porque no hay nada ni nadie que pueda detenerlo y, aunque lo sabemos, no todos somos realmente conscientes de ello.

— ¿Qué haces todavía ahí? — preguntó una voz desde detrás de mí, pero en cuanto terminó de hablar no pudo contener una carcajada — Te vas a congelar — añadió.

Y no podía discutirle nada. Estaba seguro que desde que habíamos terminado de cenar un par de horas antes las temperaturas habían descendido al menos unos grados.

Algo suave cayó sobre mí y después mi hermano se sentó en el mismo escalón de la entrada principal a la casa donde me encontraba. Me cubrí con la manta que me había tendido del modo más amable del mundo y suspiré.

— Parece que se ha adaptado bien.

No había dicho ningún nombre, no lo había hecho, y sin embargo ambos sabíamos perfectamente a quien se estaba refiriendo.

— Eso parece — admití.

Y lo cierto era que tenía razón, y me encantaba que la tuviese. Tanto mi hermano como Laia sabían perfectamente que nunca podría lograr estar en una relación con una mujer a la que no le gustase compartir parte de su tiempo con mi familia, lo que aquello conllevaba a mis sobrinos y por esa parte nunca lograrían sospechar de ella.

Le encantaban y la relación que había conseguido con ambos en a penas un par de días era admirable.

— ¿Sigues sin saber nada de su familia? — me preguntó Joan.

Tardé demasiado en dar una respuesta, por lo que se giró hacia mí.

— No sé nada, si es lo que pretendes saber.

— En internet tampoco hay nada... — murmulló.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— No lo sé, Raúl. ¿No te parece un poco extraño? — lanzó aquella pregunta al aire — Es una de las actrices más famosas en este momento ya no solo a nivel nacional... Y nadie sabe nada acerca de quien es su familia o ni siquiera si tiene hermanos.

Me detuve un momento y recordé el momento en el que le pedí a Miguel que consiguiese toda la información de Ariadne que pudiese obtener. Tal y como mi hermano había dicho, Miguel tampoco logró conseguir ningún dato de su familia.

— Nunca le he preguntado acerca de ellos — mentí.

Claro que lo había hecho, pero era un tema que nunca había parecido querer abordar. Todavía recordaba su reacción la primera noche que la conocí en aquel restaurante de Segovia y le pregunté acerca de que significaba su apellido.

El modo en el que había sabido envolverme para nunca responder de forma directa a aquellas preguntas...

— ¿Por qué no tendrías que hacerlo?

— No somos los únicos con problemas familiares, Joan. Quizá no...

— Sabes que no tengo nada en su contra, pero llama la atención que nunca haya hablado sobre ellos. ¿En ninguna entrevista le han preguntado por su pasado o ella ha dejado de forma totalmente clara que no va a responderlas?

Glacial [#1] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora