¿Qué me pasaba? Recogí las herramientas y me fui para casa dejando el trabajo pendiente para otro momento de más lucidez. Quise encontrar una explicación lógica a todo aquello. Busqué en libros de naturaleza y medicina que teníamos en casa y no encontré nada. Me quedé en mi habitación todo el resto del día soñando despierto, imaginándome miles de historias junto a Nassay hasta que me llamó mi madre para cenar. Y aunque reconozco que estuve ausente en la cena, nadie hizo ningún comentario. Quizás a ellos ya les hubiese pasado algo así y lo comprendían, pero lo cierto es que sentía tanta vergüenza que no se me ocurrió preguntar.
Al día siguiente, ahí estaba yo, con mi caja de herramientas en la mano, parado delante de su puerta, lleno de miedo y pensando en qué forma llamar, hasta que me dije: - ¡Qué demonios, si me han llamado ellas!
Así que tragué saliva, esperando ver su cara cuando abriese la puerta, pero, ¡Qué sorpresa me llevé! al ver a la señora Mercedes con un camisón de raso, color beige.
Me invitó a pasar y me dijo que Nassay estaba en el establo dándole de comer a los caballos.
-¿Quieres que la avise? ¿Te sirvo un café? Acabo de prepararlo. - dijo amablemente.
-No, gracias. Me pondré manos a la obra enseguida. Sólo dígame por donde quiere que empiece, doña Mercedes.
Pasado un buen rato de haber comenzado la faena, noté un ligero toque en mi espalda a la vez que vino a mi nariz una delicada fragancia que me resultaba algo familiar. Miré hacia detrás y allí estaba ella. Era en ángel más bello que jamás ningún hombre contempló.
- Hola Daniel, buenos días ¿qué tal va el trabajo? ¿Tienes sed? ¿Te apetece una limonada fresca?
Y sin darme tiempo a contestar me dijo que me la traería enseguida.
- Como quieras Nassay, esto no me supone mucho esfuerzo. - le dije algo nervioso.
Y en lo que traía las bebidas, terminaba de colocar el último tablón. Di el siguiente martillazo y acabé de reparar la valla.
Seguidamente me puse a recoger mis herramientas, mientras disimuladamente la buscaba con la mirada.
Ahí venía ella con su bandeja de madera fina.
El sol de la mañana atravesando su hermosa melena negra le regalaba a mi vista unos destellos de luz azulada casi mágicos.
- ¡Qué bien ha quedado! Muchísimas gracias Daniel, eres un cielo. Vamos a tomarnos la limonada, ¿te parece? - dijo Nassay con una gran sonrisa.
Y yo volví a ponerme rojo como un tomate maduro, pues había que tener valor para estar junto a aquella mujer.
- La fiesta será a las ocho de la tarde, no te retrases.
- No, no. ¡Estaré aquí a las ocho en punto!Aquella tarde la pasé delante del espejo cambiándome de ropa y peinado al menos cien veces. ¡Qué nervios pasé!
ESTÁS LEYENDO
Otra Vida
RomanceUna obra en la que encontrarás aventuras, risas, sensualidad, una alta concentración de sentimientos y mucho romanticismo. Esta novela terminada en 2005, está basada en hechos reales y vivencias propias adaptadas al relato. Espero de todo corazón qu...