Aún no eran las ocho y yo salí corriendo hacia la cita. Una vez en la fiesta, pude ver que había muchos jóvenes de los que apenas me sonaban sus caras. Las hogueras estaban encendidas y chispoteaban, la música sonaba y todos bailaban alrededor del fuego cantando y bebiendo entre risas y gritos.
Veía su alegría y vivía la fiesta sólo, desde un rincón. Podía ver como la luz de la luna nueva iluminaba el paisaje, las montañas, el lago, etc...
Mirando las estrellas, que brillaban tan fuertes como si fuese la última vez que luciesen, percibí un aroma conocido que hizo impulsar los latidos de mi corazón a un ritmo muy acelerado.
Seguidamente noté un ligero golpecillo en la espalda y como si supiese ya de quien se trataba, mi cuerpo se estremeció. No cabía duda, era su olor y su forma particular de llamarme.
- ¿Qué haces aquí tan solo Daniel? ¿Acaso no te diviertes?
- Sí, la fiesta está muy bien y tú, tú estás más hermosa que la propia luna. ¡Dios! ¿Cómo tuve el valor de decir aquello? Por un momento deseé que no me hubiese oído, pero Nassay clavó su mirada en mí y me dijo unas palabras que jamás podré olvidar:
- Veras Daniel, quiero decirte que significas mucho para mí aunque apenas hayamos tenido relación. Es cierto que hemos pasado muy poco tiempo juntos pero siento que eres el chico más importante de mi vida. No te preocupes más por gustarme o tengas celos de nadie pues para mí no hay otro como tú. Disfruta de la fiesta.
Y sin más explicaciones, pasó su cálida mano por detrás de mi cuello haciéndome sentir un tremendo escalofrío que me recorrió cada milímetro del cuerpo acercando su boca a la mía para fundirnos en un dulce y apasionado beso que nunca olvidare.
Todo mi ser temblaba cuan animalillo abandonado en una fría tormenta de invierno. Creí que el corazón se me saldría del pecho y hasta la vista me falló. Ella sin mediar más palabras se marchó y siguió atendiendo a los invitados y animando la fiesta como sólo ella era capaz de hacer.
No podía dejar de mirarla y pensar en aquel beso que me quemó el alma y los labios. Aquella muestra de pasión me embaucó de tal modo que decidí acercarme al barullo de gente y tomarme un gran vaso de ponche. O quizás dos y lo hice de un golpe como si acabase de llegar del desierto.
Una sonrisa de oreja a oreja me iluminaba la cara y aunque más de uno me miraba asombrado, el poco alcohol de la bebida y la sensación de sentirme el hombre más poderoso del planeta me hicieron soltar un gran: ¡Yiiiihhaaaa!
- ¿Acaso tengo ranas en la cara? - le pregunté a un joven que me miraba boquiabierto.
La fiesta transcurrió alegremente para mí al menos y sin despedirme de nadie me fui en mi nube, flotando hacia mi casa.
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Otra Vida
RomanceUna obra en la que encontrarás aventuras, risas, sensualidad, una alta concentración de sentimientos y mucho romanticismo. Esta novela terminada en 2005, está basada en hechos reales y vivencias propias adaptadas al relato. Espero de todo corazón qu...