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Verano, algunos ansían esos tres meses, algunos lo odian

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Verano, algunos ansían esos tres meses, algunos lo odian. En el caso de Kiara las dos cosas. Tenía ganas de volver a estar con las dos familias con las que había crecido, pero sabía que al verlas, como todos los años, no iba poder evitar recordar los momentos en los que aún estaba con su madre.

Su madre había fallecido hace tres años en un accidente de coche, y desde de aquel momento todo en ella había, simplemente, desaparecido. Su sonrisa ya no estaba en su rostro cada vez que la mirabas, como solía ser. Su ropa ya no era colorida y llena de alegría, sino que la había cambiado por tonos más fúnebres, como el negro. Sus ojos no transmitían esa felicidad y calma como lo hacían, sino que en su lugar, estos te dejaban ver todo el dolor y vacío que sentía la chica.

El primer verano que pasó junto a los Fisher y las Conklin, estos notaron como la actitud de Kiara había cambiado, pero lo dejaron pasar ya que entendían su situación. En cambio, el verano anterior, las dos familias se sintieron totalmente preocupadas al ver que la actitud de la chica, después de dos años, no había mejorado ni tan siquiera un poco. Vagaba por la casa como si de un fantasma se tratase, salía de su cuarto muy de vez en cuando, y cuando entrabas en el, podías oler todo el aroma de tabaco y alcohol que Kiara ingería. Los chicos trataban de hacer que la chica saliese de su entorno, pero su respuesta siempre era la negación.

Su padre, empezó a tratarla como una mujer adulta. Empezó a exigirle comportamientos más adultos, como acompañarle a todas las fiestas de trabajo que tenía, involucrarla en el mundo del derecho, enseñarle el tipo de comportamiento que debía de tener ante sus jefes y compañeros de trabajo. Básicamente, la estaba convirtiendo en la mujer que lo había dejado, sin siquiera darse cuenta.

El reloj empezó a sonar haciendo que Kiara se removiera en su cama molesta por el sonido de la alarma. Su cabello pelirrojo estaba todo enmarañado y revuelto, sus ojos estaban rojos por la gran resaca de la noche pasada, su cabeza le daba vueltas sin parar haciendo que se marease y su cuerpo pedía a gritos algo de descanso. A los pocos minutos escuchó como su padre la llamaba desde abajo para desayunar, después de dar unas cuantas vueltas sobre si misma decidió que lo mejor era bajar. Mientras bajaba las escaleras pudo escuchar como su padre hablaba por teléfono, parecía animado y despreocupado, eso significaba que no podía ser una llamada del trabajo, en su lugar respondería con una voz más dura y con autoridad. Kiara cogió una de las tazas para vertir el colcacao de las mañanas. No tenía mucha hambre, y puesto que su padre no estaba en la cocina para hacerle el interrogatorio de cada día, se dirigió hacia su cuarto para preparar la maleta y vestirse.

- Tendría que haberla hecho ayer, joder - mumuró mientras cogía la ropa para meterla a presión en la maleta.

Después de más de media hora, había conseguido que la maleta cerrase a presión y había acabado de vestirse con un top negro básico y unos pantalones de chándal cortos del mismo color. Cogió todo lo que iba a llevarse y empezó a bajar al primer piso donde su padre la estaba esperando par coger el ave. Los dos salieron en dirección a la estación.

- ¿Estás segura de que no quieres ir en coche? Es mucho más cómodo - le dijo su padre parándose para señalar el vehículo.

Ella lo miró por un momento, y durante uno segundos pensó que podría intertarlo, pero entonces los recuerdos invadieron su mente y aquella pequeña valentía se fue por completo.

- Más que segura - afirmó bajándose las gafas de sol para cubrir sus ojos rojos producidos por el alcohol.









El álbum de Taylor Swift sonaba una y otra vez en los cascos de Kiara. Miró la pantalla de su móvil para ver cinco mensajes de Belly, diez de Conrad, tres de Sussanah, cuatro de Laurel y uno de Jeremiah. Decidió que no iba a responderles, total, los mensajes iban a decir todos lo mismo: que estaban muy contentos de volverla a ver dentro de poco tiempo. Todos los veranos le mandaban ese tipo de mensajes, y todos los veranos se quedaban sin repuesta. Ella no sabía que responderles, es decir, no podía ponerles que ella también estaba esperando verles con mucha alegría, y luego encerrarse en su cuarto todo el verano sin dirigirles la palabra, sería un poco hipócrita de su parte.

El ave paró, y su padre y ella bajaron de él dispuestos a dirigirse a la casa en la que pasarían todo el verano junto a los Fisher y las dos Conklin. Kiara iba con los cascos y las gafas aún puestas. Los cascos como signo de que no quería hablar con nadie, y las gafas para no parecer una muerta viviente.

- Recuerda que debes comportarte - escuchó a su padre decir cuando estaban a unos pocos metros de la casa -. No quiero nada de escapadas ni que vuelvas a altas horas de la noche pasada de alcohol. He críado a una mujercita responsable, no a una desastre.

Ella afirmó con la cabeza sin formular ninguna palabra. Dentro de ella sabía que no era cierto, es decir, era verano y eso era una cuidad donde todas las noches había alcohol gratis. Era como poner un pequeño ciervo a solas con una leona.

Cuando por fin llegaron vieron como el coche de las Conklin aparacaba a la misma vez, y de el se bajaron Steven y Belly junto a su madre, Lauren. Los Fisher no tardaron en aparacer, quienes al ver a las dos chicas sonrieron y fueron a abrazarlas, la única diferencia fue que Belly les aceptó el abrazo con mucho gusto, mientras que Kiara tan solo lo hizo por cortesía. Jeremiah se quedó mirando por un momento a la chica, la cual cogió otra vez su maleta y se dirigó hacia su cuarto.

- Y volvemos a la rutina - murmuró Conrad refiriéndose al comportamiento de Kiara.

- No esta vez - dijo Sussanah enseñando las llaves del cuarto de la chica haciendo que el padre de ella negara mientras reía.

Cuando Kiara llegó a la puerta de su cuarto y tiró de la manibela, esta no cedió para que pudiese entrar. Volvió a intentarlo un par de veces más hasta que oyó como unos pasos subían las escaleras para posicionarse justo a su lado.

- Esta cerrada, por si no te habías dado cuenta.

- ¿No jodas? Capullo - le respondió a Jeremiah poniendo los ojos en blanco -. Mi pregunta es por qué lo está.

- Mamá dice que este verano dormirás con Belly - dijo él cruzándose de brazos y apoyándose en la pared de enfrente de la chica.

- No quiero dormir con nadie, quiero dormir en mi cuarto. Sola - respondió ella imitando el mismo gesto que el chico.

- Pues va a ser que no - respondió Jeremiah -. Una cosa, ¿sabes que estamos en interior? - se burló señalando las gafas de sol de la chica.

- ¿Sabes que eres subnormal? - dijo ella sacándole el dedo.

- Sí, ya lo habías comentado alguna que otra vez - respondió él -. Por cierto, me gustan las gafas - dijo mientras se las quitaba y luego echaba a correr.

Los dos chicos bajaron corriendo por las escaleras, Jeremiah con las gafas de sol en la mano, y Kiara soltando cualquier insulto que se le pasase por la cabeza. Cuando llegaron al comedor donde estaban todos, se encontraron a Lauren, quien los miraba con una ceja enarcada, haciendo que los dos parasen al isntante.

- No llevaís ni media hora en la misma casa, y ya estaís discutiendo - dijo ella mientras tendía la mano para que el chico le diera las gafas.

Kiara miró a su padre, quien tenía los ojos clavados en ella, los cuales decían que aquel no era el tipo de comportamiento que le había inculcado. Kiara miró al chico con reproche antes de dar media vuelta y subir otra vez las escaleras mientras que Jeremiah se quedó viéndola con una sonrisa de satisfacción.

- Deberías dejar de hacerla rabiar - dijo Lauren mientras dejaba las gafas encima de la mesa.

- Entonces, ¿cuál sería la gracia? - respondió él con una sonrisa y levantando los hombros.

You and me? [JEREMIAH FISHER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora