Tres madres que eran mejores amigas desde que tenían conciencia construyeron una pequeña familia. Cuatro niños que crearon un grupo inseparable, aunque dos de ellos estuviesen siempre peleados.
Las cosas cambiaron cuando la madre de uno de los pequ...
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Kiara se dirigía hacia la piscina en la que el chico rubio trabajaba. Lauren había pasado a recoger en coche a Belly, pero la pelirroja prefería volver andando.
Al entrar en el recinto pudo ver cómo este se encontraba vacío. Escuchó como detrás de ella una puerta se cerraba y seguido de ello unos pasos que reconoció al instante.
- No quería volver sola, y luego me acordé que la piscina aún no había cerrado, así que supuse que estabas aquí.
El chico que estaba recogiendo unas toallas, se giró para mirarla con una ceja enarcada y una sonrisa burlona.
- ¿Tú no estabas enfadada con el mundo?
- No sé ni para que lo intento - respondió ella poniendo los ojos en blanco.
Kiara empezó a andar hacia la puerta de salida seguida por el rubio quien gritaba para llamar su atención en un intento de que se detuviera.
Jeremiah, cuando consiguió estar a unos centímetros de ella, la cogió de la mano para tirar de ella y darle la vuelta, quedando los dos enfrentados.
- Era una broma - dijo él en un intento de disculpa.
Kiara ignoró su comentario mientras le sostenía la mirada sin apartarla un solo segundo.
El claxon de un coche sonó haciendo que la pelirroja diera un pequeño salto y, por inercia, se acercó más al chico asustada. Jeremiah le pasó una mano por el pelo antes de fijarse en el responsable de aquel sonido que había alarmado tanto a la chica. Lo único que pudo ver fue a una chica morena, vestida con un vestido de un morado claro, subir al coche, para que luego este saliese de aquella zona.
- Ven - dijo el chico rubio a Kiara tendiéndole la mano -, acompáñame a dejar un par de toallas.
La pelirroja lo siguió en silencio, sin decir ni una sola palabra, mientras caminaba al lado de Jeremiah con sus manos entrelazadas.
Después de que los dos acabaran de ordenar la piscina, salieron para emprender el camino a casa. El viaje fue en silencio la mayor parte del tiempo. Por la cabeza de cada uno pasaban cosas totalmente diferentes a las que el otro pensaba.
En la cabeza de Kiara solo se podía repetir la imagen de aquella noche. Su madre y ella discutiendo. El camión justo enfrente de ellas. Negro. Hospital.
Mientras que en la cabeza de Jeremiah no paraba de repetirse la idea de ayudar a la chica a superar todo aquello. Había estado mucho tiempo pensándolo pero jamás había estado tan seguro como ese día de hacerlo. Quería ayudarla a superar aquello que la atormentaba. Quería que se sintiese segura cada vez que pasaba o escuchaba un coche. Quería volver a verla sonreír como antes. Quería que la Kiara de antes volviese, porque hacía mucho tiempo que la extrañaba.
Kiara se encontraba en el cuarto junto a Belly, quien se estaba preparando para su cita con el tal Cam Cameron. En un momento, las madres subieron para ver cómo iban las dos niñas, y justo después de que desaparecieran por la puerta, entró por la misma Luke.
- Cielo, ¿puedes venir un momento? - llamó su padre a Kiara haciéndole un gesto con la cabeza.
- Claro - asintió ella.
Padre e hija caminaron hacia el cuarto de Luke, quien al entrar cerró la puerta para después volverse hacia Kiara. Este le tendió una pequeña bolsa de terciopelo de un color verde esmeralda.
- ¿Qué es esto? - preguntó la pelirroja desconcertada.
- Ábrelo - le contestó él con una pequeña sonrisa.
La chica obedeció, y se encontró con el collar de su madre, el mismo collar que siempre llevaba puesto. Decía que era su amuleto ya que detrás del collar podían leerse el nombre de Kiara en una letra cursiva y muy fina.
- ¿Por qué me das esto?
- Quiero que lo lleves, a tu madre le hubiese encantado que lo tuvieses - le dijo con cariño.
Y ahí estaba otra vez esa frase. Tú madre hubiese querido esto, tu madre hubiese querido lo otro. Siempre era lo mismo. Su padre nunca hacía algo por ella porque le naciese, siempre era "por su madre". Ella nunca hacía algo porque le gustase, sino "por su madre".
- Gracias - fue lo único que pudo decir antes de salir de la habitación y dirigirse escaleras abajo.
Cuando llegó al comedor, los chicos estaban sentados en el sofá jugando a un videojuego de zombies, mientras que Belly estaba situada detrás de ellos mirando el móvil.
- Ey, pelirroja - la llamó Steven -. ¿Juegas?
- No, no - negó ella con la cabeza.
- ¿Qué pasa? - se giró Jeremiah burlón -. ¿Es que tienes miedo de perder?
Los dos adolescentes se aguantaron la mirada durante unos segundos. El rubio disfrutaba saber dónde había que darle para poder ganarle. Y eso fue justo lo que hizo.
- Pásame eso - dijo ella sentándose junto con los chicos -. Dame, imbécil.
Kiara le quitó el mando a Conrad, que le estaba tendiendo, de las manos para empezar una partida nueva. Estuvieron más de media hora jugando al dichoso videojuego, ya que los chicos siempre querían jugar la revancha contra la pelirroja. Jeremiah no paró de sonreír en todo ese tiempo al haberse dado cuenta de que, por un par de horas, la sonrisa de la chica se había podido sacar a la luz unas cuantas veces. Conrad miraba de vez en cuando a su mejor amiga al ver como Kiara hablaba sin parar vacilándoles, y burlándose de ellos, y por aquel momento, pudo ver a su mejor amiga otra vez.
A las nueve menos cuarto el timbre de la casa sonó por todos los rincones, haciendo que los dos hermanos Fisher se levantaran dispuestos a ir hacia la puerta de la entrada. Cuando lo hicieron pudieron ver a un chico alto y moreno, probablemente de la misma edad que Conrad, con los ojos verdes, y vestido con una camisa negra y unos pantalones vaqueros básicos.
- Buenas - saludó el chico -. Vengo a recoger a Kiara, ¿está por ahí?
La mandíbula de Jeremiah se tensó al instante en el que pronunció aquellas palabras.
¿Kiara? ¿Recoger? ¿Salir? ¿Cita?
¿Ese tío había venido a recoger a Kiara para salir a una cita?
- Perdona - habló Conrad con el ceño fruncido -, ¿tú eres?
El chico fue a responder, pero la pelirroja apareció por medio de entre los dos hermanos haciendo que estos se miraran entre ellos con una ceja enarcada.
- Nick - le saludó ella poniéndose a su lado -. Volveré después de cenar, no me esperéis.
Y eso fue lo último que dijo antes de cerrarle la puerta en la cara a los dos chicos, quienes se volvieron a mirar entre ellos.
Conrad se limitó a poner los ojos en blanco y volver al sofá, mientras que Jeremiah seguía en el mismo sitio con el ceño fruncido.
- ¿Nick? ¿Quién mierdas es Nick? - decía molesto mientras volvía hacia donde estaban los demás.
- ¿De qué cojones hablas? - le preguntó Steven confuso -. ¿Y dónde está Kiara?
- Eso es lo que me gustaría saber a mi, dónde cojones va.
- Kiara se ha ido con el tío que ha venido, que por lo visto se llama Nick - le explicó Conrad a su amigo.