CAPÍTULO 1: Un encuentro catastrófico.

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Una tarde en Musutafu, una joven de cabellos medianamente largos y de un naranja muy claro, caminaba por una calle poco transitada. Con uno de sus audífonos puestos escuchando una de las que eran sus canciones favoritas, tarareando la melodía y de vez en cuándo mirando a sus al rededores cuidando el que nadie la estuviera siguiendo.

Una vez miró a ambos lados, cruzó la calle a paso rápido, para después encontrarse con un hombre de unos cincuenta y cuatro años quien la escaneaba de arriba abajo deteniéndose en las partes de su cuerpo que se hallaban descubiertas.

"Genial, ahora a librarme de este viejo sucio", pensó la muchacha intentando acelerar el paso sin verse tan obvia en su fallido escape, pues el hombre se abalanzó hacia ella, estampándola contra la pared mientras usaba sus manos para acorralarla.

— ¡Suéltame!

— Oh, preciosa. ¿Cómo puedes ser tan severa cuando no te he hecho nada?

Aquel viejo repulsivo había acercado su cabeza hacia su cuello e inhalaba su aroma con una expresión desagradable.

— ¡AYUDA, POR FAVOR! — Se sentía tan impotente, pero no le quedaba más que gritar, ya que su agresor la tenía completamente apresada.

Cuando finalmente aceptó que en esa calle le ocurriría una desgracia, cerró los ojos y desvío su mirada hacia un lado, mientras que del ojo derecho le brotaba una lágrima.

Y no fue hasta que sintió como dicho peso inmenso desaparecía de un momento a otro, que abrió sus hermosos ojos amarillos, que observó impactada cómo un chico que al parecer, habría salido de la nada, atinaba un golpe a la cara del sujeto que había querido abusar de ella.

Sin más, salió corriendo lo más rápido que sus piernas le permitieron hasta llegar a su casa, lugar donde su tía la esperaba junto a sus dos primos pequeños.

— ¡Ya llegué! — Gritó para acto seguido comenzar a jadear buscando recuperar el aire.

Su prima dejó el plato que debía colocar en la mesa para la cena y corrió hacia ella.

— ¿Estás bien? — Le preguntó la chiquilla, preocupada.

— Sí... No... Te preocupes por mí... Ahh...

— Akame, ¡mira cómo vienes! ¿Qué te pasó?

— Ya dije que nada. Solo quería llegar temprano —. "Confesó" una vez habiendo recuperado el aliento.

— ¿Quieres cenar?

— No gracias, no tengo mucha hambre. Tal vez más al rato.

Cerró la puerta y se dejó caer hasta quedar sentada en el suelo. Ya ahí, comenzó a llorar.

Aseru Akame. No llevaba una vida feliz, mucho menos placentera. Sus padres habían muerto cuando apenas tenía seis años en un tiroteo dentro su trabajo, causado por uno de sus compañeros el cual ahora estaba en prisión. Su tía, hermana mayor de su padre se había hecho cargo de ella hasta el sol del presente día.

Akame no tenía otra opción más que la de ser fuerte y no atormentar a Magi —su tía— con sus problemas, los cuales solucionaba ella sola y siempre se aseguraba de que jamás se supieran para evitarse un regaño.

No era una "chica problema" pero tampoco poseía el mejor temperamento.

Siempre se preguntaba el por qué era así y por qué no podía ser cómo las otras chicas; "linda", "femenina", con afición por ir de compras e interés notable hacia los chicos.

Alguna vez le habían formulado la pregunta del por qué su personalidad era tan dura y fría, por qué nunca mostraba la emoción que dominaba su mente en ese instante. Ella se había convencido a sí misma de que la razón por la que era así se hallaba en que desde sus seis años que Magi la adoptó, tuvo que soportar escuchar casi todos los días y a todas horas los gritos del ex esposo de su tía, quien más tarde la abandonaría teniendo ya una hija de un año y a Magi embarazada de un niño.

A partir de esos sucesos, mantenía la promesa consigo misma de jamás mostrar a nadie lo que de verdad sentía, la toma de esta decisión se debía a que durante muchos meses, había escuchado y visto llorar a su tía por las cosas que su ex esposo le echaba en cara, los comentarios tan poco agradables que le hacía y sus defectos los cuales le restregaba cada que podía, y por tal motivo, Akame creía que mostrar lo que sientes era una debilidad. Y por lo mismo, hasta ese momento, no sentía atracción por nadie.

Luego de unos diez minutos de haber llorado, se limpió las lágrimas, arregló su cabello el cual se había despeinado y frotó hasta conseguir que el tenue color rojizo que se había acentado en su nariz se desvaneciera.

— ¿Es muy tarde para comer algo? — Preguntó al bajar la escalera, viendo que su tía aún permanecía sentada a la mesa.

— Por supuesto que no. Ven, ¿qué quieres de cenar? — Respondió la mujer con una sonrisa.

Posteriormente, volvió a subir a su habitación y se quedó dormida.

Al día siguiente se llevaría una gran sorpresa...

𝐇𝐨𝐥𝐚!!! 𝐇𝐚𝐜𝐞 𝐦𝐞𝐬𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜í, 𝐟𝐮𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐥𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐲 𝐜𝐚𝐦𝐛𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐢𝐝𝐞𝐚𝐬.

𝐁𝐮𝐞𝐧𝐨, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐞𝐲𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐧𝐨𝐩𝐬𝐢𝐬, 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐬𝐞𝐫á 𝐦𝐮𝐲 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐨𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐞 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨, 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐚𝐪𝐮í 𝐚𝐧𝐮𝐧𝐜𝐢𝐨: 𝐒𝐞 𝐯𝐚 𝐚 𝐩𝐨𝐧𝐞𝐫 𝐩𝐞𝐬𝐚𝐝𝐨.

𝐍𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐞𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐜𝐮𝐫𝐬𝐢𝐥𝐞𝐫í𝐚𝐬 𝐲 𝐩𝐫𝐞𝐩á𝐫𝐞𝐧𝐬𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐥𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐬𝐚, 𝐲 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐚𝐝𝐯𝐢𝐞𝐫𝐭𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐝𝐫á 𝐮𝐧 𝐟𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐜𝐨𝐬𝐭𝐮𝐦𝐛𝐫𝐞.

𝐈𝐧𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚𝐫é 𝐚𝐜𝐭𝐮𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐫 𝐥𝐨 𝐦á𝐬 𝐫á𝐩𝐢𝐝𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐢 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐦𝐞 𝐥𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐦𝐢𝐭𝐚.

𝐀𝐡𝐨𝐫𝐚, 𝐬𝐢𝐧 𝐦á𝐬...

¡𝐆𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐞𝐞𝐫!

La protegida de un criminal. [Dabi y OC].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora