CAPÍTULO 7: Karma.

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Todo el grupo estaba planeando su revelación en el lugar donde habitualmente  hacían las reuniones, realizando estiramientos y entrenando porque sabían perfectamente que lo necesitarían.

Al terminar de entrenar y calentar, se sentaron sobre el primer objeto que tuvieron a la vista y se exaltaron un poco al escuchar el caminar de Touya, quien llegó gritando y golpeando todo a su paso; sin contar que la expresión de su rostro era espeluznante a opinión de cualquiera.

Pero estos delincuentes no se dejarían intimidar...

— Oye, tú —. Dijo uno de los integrantes del grupo.

— ¡¿QUÉ QUIERES, MALDITA SEA?!

— ¡Primero que nada, te me calmas, porque tenemos asuntos pendientes! — El otro tipo se bajó de la mesa, donde se encontraba sentado. Mostró una mueca de seriedad y una mirada afilada. Por fin alguien le haría frente luego de todo el tiempo que llevaban formando parte del grupo.

— ¿Qué demonios tienes que decirme?, ¿mataron al imbécil que estaba con Akame?

— Precisamente de eso queríamos hablar. ¡Ya estamos HARTOS de que nos tengas como perros guardianes vigilando a una mujer a la que no les interesas!
¿Cuándo lo vas a entender? No te quiere, no te desea, le importas un carajo.

— ¡CÁLLATE!

Sin querer escuchar ni una sola palabra más, lanzó un puñetazo a la cara del otro matón, quien luego de confirmar que su nariz sangraba, arremetió contra Dabi con un golpe en el estómago.

Los demás se voltearon a ver entre ellos y asintieron todos a la vez. Uno de ellos tomó a Touya del cuello y los otros comenzaron a desahogar su molestia en el cuerpo del jefe como saco. Golpes por todos lados que lo hacían escupir sangre y formar muecas de dolor.

El ahora nuevo líder de Hyokai caminó hacia él y lo agarró de la barbilla para después mirarlo a los ojos.

— Como podrás ver, todos te detestamos. Antes eras un buen jefe, te interesaba el poder; pero desde que conociste a esa mocosa estúpida y te obsesionaste con ella, dejamos de admirarte. Queríamos ser como tú, queríamos llegar a entrar al narcotráfico. Pero tú con tu maldita idea de querer a esa niñita para ti, lo hechaste todo a perder.
¿Y te digo algo? Existe una línea muy delgada entre ser un delincuente y ser un enfermo acosador. Y tú, pasas de esa línea.

Atinó otro golpe al abdomen del pelinegro y contempló con satisfacción cómo éste se encogía sobre sí mismo en el suelo, con las manos en la zona afectada.

— Tú ya no tienes poder aquí —. Antes de seguir con la paliza, lo tomó del cabello sin ningún cuidado y tiró de él hacia atrás —. "Dabi", ahora vete antes de que decidamos matarte. Porque créenos cuando decimos que no nos faltan ganas para terminar de acabar contigo.
Lárgate y no vuelvas nunca. Ah, y frente a ti está el nuevo líder de la que alguna vez fue tu pandilla.

Lo soltó y pateó por última vez, Touya se arrastró como pudo debido a las lesiones de su cuerpo hasta lograr salir del recinto.

Apenas salió, se recostó en un callejón rodeado de basura, y empezó a revisar sus extremidades, alzando las mangas de su chaqueta y levantando su camisa, quejándose a través de gemidos de sus heridas las cuales no serían tratadas.

Ahora lo que debía hacer era encontrar otro lugar para vivir, ya que había dejado su casa hacía casi cinco años cuando recién se unió a las pandillas iniciando así su vida callejera.

Ni siquiera pensó en la posibilidad de volver a la que una vez fue su casa, puesto que sabía que su padre jamás lo aceptaría de nuevo, y su madre no se encontraba ahí por permanecer en un hospital.

Sin más opciones disponibles para elegir, caminó lejos sin un rumbo fijo, solo esperando encontrar a alguien que se apiadara de él o hallar un lugar donde fuera posible quedarse.

La protegida de un criminal. [Dabi y OC].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora