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Habían pasados algunos días desde que comenzó a servir a la sultana Hurrem y en ese tiempo la sultana Mahidevran y el príncipe Mustafá habían preparado su viaje hasta Manisa y pronto partirían, algo que tranquilizo en sobre manera a Miray pues cada que se cruzaba con Mahidevran podía sentir que esta contenía sus ganas de deshacerse de ella y estaba segura que no se contendría por siempre, ya que la furia en vez de disminuir aumentaba.
—¡Señorita! —la de hebras doradas alzó su mirada mientras veía al príncipe acercarse hasta ella, una vez frente a frente este alzó sus brazos, pidiendo que lo tomara en brazo. Miray sonrió y tomó al menor entre sus brazos, el cual rápidamente se aferro a su cuello.
Cihangir era una verdadera ternura.—¿Qué sucede, su alteza? —cuestionó la de hebras doradas mientras el pequeño príncipe jugaba con sus dorados cabellos, enredándolos pero poco le importaba.
—Quiero que me lleves al jardín —pidió. El pequeño alzó su rostro para observar a la persona que se acercaba a ellos por detrás, esbozó una sonrisa a divisar a su hermano mayor. —¡Hermano! —exclamó alegre mientras lo saludaba moviendo su mano a cada lado.
Miray se dio la vuelta, encontrándose de inmediato con la mirada oscura del sehzade, inconscientemente sus labios se curvaron, formando una leve sonrisa que no paso desapercibida por Mehmed. Él primogénito de la sultana Hurrem se acercó hasta ambos, con una sonrisa encantadora dibujada en su rostro, la cual era causada por la protagonista de sus pensamientos y sueños, Miray.
—¿A dónde se dirigían? —cuestionó, fijando su mirada en los iris celestes de la rubia.
—Íbamos al jardín, hermano, ven con nosotros —pidió el infante.
—Bien, pero antes, ¿no ya eres lo suficientemente grande para caminar por tu cuenta, Cihangir? —el nombrado hizo un puchero, aferrándose al cuello de la rubia, evitando la mirada del mayor.
—Está bien, su alteza, no tengo problemas en llevarlo —sonrió Miray, enternecida por el actuar del menor. De cierto modo le recordaba a cuando Alyssa era una pequeña niña aún.
Mehmed soltó un suspiro y accedió.
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Miray dejo al pequeño príncipe sobre el suelo una vez llegaron al jardín.
—¡Atrápame, hermano! —llamó Cihanger, deseando jugar con su hermano.
La rubia esbozó una sonrisa mientras se limitaba a observar a ambos jugar entre sí, la nostalgia la golpeó, recordando aquellos días en los que era libre y jugaba con sus hermanos menores en el jardín, realmente extrañaba aquellos días.
Alzó su mirada al cielo, buscando despejar sus pensamientos pues si seguía reviviendo aquellos momentos en su mente no tardaría en dejar salir sus sentimientos, notó que el cielo se encontraba grisáceo y cubiertos de nubes grises, hizo una mueca, probablemente llovería así que tendrían que ingresar pronto.—¡Miray, atrápanos! —la rubia parpadeó confusa cuando fue tocada repentinamente en su mano por el pequeño príncipe, el cual en cuanto finalizó sus palabras salió corriendo como pudo. Al ver que Miray seguía inmóvil el pequeño nuevamente hablo; —¡Atrápanos!
La rubia observo el sehzade mayor, el cual reía en su dirección, al recibir un asentimiento de su parte esbozó una sonrisa traviesa y se apresuro a seguir a los sehzade.
Miray tocó el hombro del castaño y se apresuro a tomar de la mano a Cihanger para huir de Mehmed, el pequeño reía alegremente mientras observaba de reojo que su hermano no los alcanzará.
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El ángel del príncipe ❝Sehzade Mehmed❞
أدب الهواةAnia llegó al palacio a la edad de quince años, volviéndose una Odalisca de la madre sultana y adoptando el nombre de "Miray". Vivió por dos años en paz, siendo querida por la madre sultana y la madre del príncipe Mustafa, pues su aspecto de ángel y...