Llegué a mi dormitorio titiriteando de frío. Maldito Christopher. Malditos Tequila Sunrise. Maldito vestido. Malditas medias. Malditos lentes de contacto. Malditos todos.
No había aguantado más esos zapatos que bien pudieron haber sido un aparato de tortura medieval y me los había quitado solo de salir del edificio donde se había celebrado mi dichosa fiesta de cumpleaños. Había quedado con que Christopher iría ahí y después me quedaría a dormir en su apartamento. El me llevaría antes de las siete a la residencia en donde yo vivía, y me iría a clases. Pero todo ese plan se había ido por un tubo cuando Chris me había enviado el tonto mensaje.
Lo siento amor, olvidé que tenía que hacer un trabajo de cálculo. Pásatela genial
Y yo estaba furiosa. Debía de admitir que me la había estado pasando bien en la fiesta, hasta que le envié un mensaje a mi novio para saber a qué hora llegaría y me había respondido con su simpático mensaje. Ni siquiera se había molestado en llamarme y si yo no le hubiera enviado un mensaje, él me hubiera dejado ahí como una tonta.
Salí de la fiesta echa una furia del infierno, un poco ebria y me fui a mi departamento. Yo ni siquiera quería ir a esa fiesta, pero mi mejor amiga había insistido y me había convencido diciéndome que invitara a Chris. Yo había aceptado por que llevaba desde que había iniciado el curso sin verlo, pero él me había dejado ahí como una tonta plantada. Incluso me había peinado, cosa que no sucedía más que en Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo o cuando Michelle insistiera en hacerlo, pero de ahí en fuera, mi cabello siempre iba recogido en una coleta. Era más cómodo así, y mi cabello ya estaba demasiado largo como para no estorbarme.
Le había llamado a Christopher y llevaba gritándole todas sus verdades cuando el muy tonto me había dicho que había sido un error y que ya habría otra ocasión
Me detuve en el camino y me quedé parada ahí. Como si todo fuera tan fácil. Yo me había comprado un vestido que no volvería a usar en mi vida, me había afeitado, me había maquillado y me había peinado. Había asistido a una fiesta a la que no quería ir y encima el idiota me había dejado plantada.
Me había tranquilizado después de un rato de gritarle, pero estaba molesta. Y además hacía demasiado frío. Y estaba un poco ebria. Y yo me estaba congelando. Y eran las dos de la mañana y nadie iba a darse cuenta de que me ponía la pijama a la mitad del campus. Tal vez no fue la mejor decisión, pero tenía la vista nublada por la rabia.
Y por esos últimos tres shots de tequila
Me puse la pijama a mitad del campus e inmediatamente entre en calor. Me había llevado mi pijama para pasar la noche con Christopher, aunque yo sabía que tal vez no la usaría por mucho tiempo; aunque era una opción por si decidíamos ver películas.
Llegué a la residencia, y entré con cuidado de no hacer demasiado ruido para no despertar a mis vecinos. Me quité el abrigo que Nadya me había regalado la navidad pasada, lancé mi bolso al sillón y me tiré en la cama, para dormir lo que se pudiera antes de tener que ir a mi clase de las siete.
Unas horas más tardes, sonó mi alarma. Me levanté de mal humor, por su puesto. Fui a la cocina a preparar café. Mientras este se calentaba fui hacia el baño y acomodé mis cosas para poder bañarme. Me había quedado dormida sin desmaquillar y en mi mente escuché la voz de Michelle reprendiéndome, por no haberme lavado la cara una noche antes. Pero estaba molesta, cansada con frío, y Michelle no estaba ahí para regañarme. Me desmaquillé rápidamente y fui hacia la cocina a servirme una taza de café y me lo tomé de dos tragos junto con un par de Aspirinas. La cafeína me dio la suficiente energía para poder meterme a bañar. Me metí a la ducha con el agua más caliente que pude, aunque estaba helando y me apresuré a salir para poder vestirme.
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Broken
RomanceHabía perdido todos sus brillantes colores, sin que nadie pudiese afirmar si a consecuencia del viaje o de sus sufrimientos. Miró a la bailarina, lo miró ella, y el soldadito sintió que se derretía, pero continuó impávido con su fusil al hombro. Se...