—Los planos estarán listos dentro de la fecha estipulada arquitecto— apenas habíamos comenzado el proyecto y el profesor ya nos estaba fastidiando con un discurso acerca de la puntualidad y la responsabilidad. Me levanté de mi asiento con un poco de dificultad y me acerqué al profesor —Le doy mi palabra profesor— dije mientras le palmeaba la espalda. El profesor Stark era un hombre pequeño y con una cabeza calva muy grande que me recordaba a Charlie Brown solo que con mal humor.
Salí del aula y me dirigí al aula de dibujo para mi siguiente clase. Tal vez era mi clase favorita. Desde pequeño me había encantado dibujar, y mi madre decía que de grande sería algo así como un Dalí o un Van Gogh, pero después del Servicio, me decidí por estudiar arquitectura, la cual mezclaba lo que más me apasionaba con lo que quería hacer para ayudar a las personas. Entré y el maravilloso olor me inundó el alma. Pintura, grafito, cera, óleo, todo esos olores mezclados creaban el olor más delicioso del mundo. Me senté en el taburete más cercano a la puerta a dejar mis pertenencias y fui al almacén por mi material. Estaba inquieto desde la noche anterior y necesitaba sacar todo ese estrés de alguna manera.
Regresé con un paquete de pinturas y un godete. Saqué de mi mochila mis pinceles y comencé a pintar. O al menos eso intenté hacer. Mi mente iba de un lado a otro. La pesadilla de la noche anterior, el dolor de la pierna; no había desayunado así que estaba hambriento y tenía sueño, así que quería una bebida energética y sobre todo, mi mente vagaba hasta la chica.
Probablemente no la volvería a ver en mi vida, pero de alguna manera, me sentía preocupado. ¿Habrá llegado a su dormitorio? ¿Qué tal si algún pervertido le había hecho algo? ¿Y si estaba demasiado ebria y por eso se había perdido?
Basta
En realidad, la chica no era de mi incumbencia. Entregaría su collar en Objetos Perdidos y todo estaría terminado. Fin de mi larga historia con ella. Probablemente en unos días la olvidaría. Sacudí la cabeza como si de esa manera pudiera olvidarla y me concentré en mi trabajo. Un trazo y logré concentrarme lo suficiente como para, después de una hora, lograr algo ligeramente decente. Cuando terminé, me di cuenta de que tenía un problema. Había pintado el lugar en donde había visto a la chica la noche anterior. El tronco, la luna, e incluso había agregado el esponjoso abrigo en una de las ramas de los árboles que había alrededor. Definitivamente tenía que terminar con esto. Me levanté del banco frente al taburete y mi pierna reclamó.
Carajo
No era el momento adecuado para esto. El dolor comenzaba a recorrer desde la ingle hasta la rodilla y ahí se intensificó. Sentí el sudor frío deslizarse por mi espalda. Llevaba varios meses sin llamar al Centro, y no quería hacerlo. Odiaba al montón de burócratas que tardaban más de dos horas en agendarte una cita dos meses después de la llamada. Busqué dentro de mi mochila el frasco con analgésicos y sorpresa, estaba vacío.
Lancé el frasco al bote de basura y como pude me dirigí a mi dormitorio como pude.
Llegué después de unos minutos y agradecí al cielo por no compartir mi habitación con nadie, por que hubiera sido humillante. Ni siquiera logré llegar a mi cama. Un dolor terrible atravesó mi pierna y un recuerdo apareció en mi mente. Parpadeé rápidamente y la imagen desapareció. Un sollozo amenazó con salir de mí, pero me aclaré la voz para evitarlo. Sentía pequeños espasmos en la pierna y un piquete hizo que el sollozo me venciera.
Esto es patético, arriba soldado.
Y lo intenté, de verdad que lo intenté, pero de nuevo, me atravesó un terrible dolor en la ingle, lo que me hizo volver a tumbarme en el suelo.
Muy bien, pecho tierra será
Giré sobre mi mismo y quedé boca abajo en el suelo, respirando pesadamente, y me arrastré hasta el buró en donde guardaba los medicamentos. Con las manos sudadas y temblorosas, logré sacar un frasco. Lo abrí con la poca fuerza que me quedaba y me tomé dos píldoras. Sentí como se atoraban en mi garganta y tosí un poco para que bajaran. En otro momento, lo hubiera hecho de una manera más civilizada, con un vaso de agua, pero en estas circunstancias en que el dolor superaba el 10, la educación y los buenos modales que tanto se había esforzado mi madre en enseñarme, estaban sobrevalorados.

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Broken
RomanceHabía perdido todos sus brillantes colores, sin que nadie pudiese afirmar si a consecuencia del viaje o de sus sufrimientos. Miró a la bailarina, lo miró ella, y el soldadito sintió que se derretía, pero continuó impávido con su fusil al hombro. Se...