Primer Acto.

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El salón estaba infestado de parloteo juvenil debido a que el maestro que tocaba dar la asignatura correspondiente a esa hora se había tenido que retirar de último momento dejando que los alumnos estuvieran sin supervisión ya que ningún otro maestro los podía vigilar.

Un chico pelirrojo andaba haciendo la tarea que había olvidado hacer de matemáticas y que se entregaba al final del día mientras que un pelinegro hablaba y hablaba sobre algo que realmente no era tan interesante.

—Y es por eso que los koalas son unos verdaderos idiotas, y pensar que la gente les aplaude al dormir cuando sólo están tratando de quitarse toda la mierda que se meten. —se alzó de hombros. —Y... no me escuchaste. —suspiró.

—Lo siento, Sero. —se disculpó apenado. —Es sólo que no logro resolver este problema.

—¿Y por qué no se lo pides a Iida? —preguntó mientras veía la libreta de su mejor amigo.

—Porque no me lo va a pasar. —contestó obvio. —De verdad que estoy dudando en entrar a Área 3 si voy a ver esta mierda toda mi vida. —torció su boca.

—Relájate, seguro es fácil.

—¿Tú hiciste la tarea? —arqueó una ceja.

—No... —desvió la mirada. —Pero tú eres el inteligente aquí, Kiri; ¡seguro lo resuelves a tiempo!

—Eso espero. —bostezó un poco. —Voy a ir a echarme agua antes de continuar, me ando durmiendo. —confesó.

—¿Me compras un chocolate de camino? —le preguntó mientras le tendía el dinero. —¡Nah! ¡Mejor unos cacahuates! De los que tienen picante, ¿los de chocolate qué?

—Ok, ok. —se levantó de su asiento. —No me esperes.

—No es como que me fuera a ir de aquí. —prosiguió a colocarse sus audífonos.

El pelirrojo se encaminó a la puerta y se dirigió a los baños de varones que se encontraban casi al otro lado de donde se encontraba su salón, aunque afortunadamente, en el mismo piso en donde siempre tomaba sus clases.

Llegó a los baños y se dirigió al gran espejo que estaba cerca de los lavabos, examinando su rostro antes de echarse agua en la cara tal y como le había dicho a su mejor amigo, aprovechando también para acomodarse su cabello que venía peinado hacia arriba asimilando a un toque punk.

Posó un par de veces frente al espejo antes de escuchar unas arcadas provenientes de uno de los cubículos seguido de unos bajos sollozos que fueron reduciendo en cuanto la palanca del inodoro fue jalada.

La puerta del cubículo se abrió y dio a conocer a un rubio cenizo que se limpiaba la boca con su mano con torpeza y se veía su rostro rojizo además de cómo sus orbes rubíes estaban cristalinas.

Los dos jóvenes hicieron contacto visual, el pelirrojo teniendo un semblante de preocupación por el estado del chico mientras que el rubio cenizo se veía aterrado debido a que alguien más estaba en los baños, mierda, ¿cómo no escuchó la puerta ser abierta?

—¿Qué mierda ves? —preguntó molesto mientras se acercaba al lavabo para enjuagarse las manos y la boca.

—Y-Yo... —comentó nervioso. —¿Estás bien?

—¿A ti qué demonios te importa?

—No me gusta ver a la gente mal.

—Estoy bien, pelos de mierda. —chistó. —Deja de entrometerte en cosas que no te importan.

Sin que el pelirrojo pudiese decir otra cosa, el ojirubí salió de los baños con pasos molestos aunque con mirada avergonzada dejando una muy mala espina en el tintado por la actitud, ¿de verdad estaba bien?

Formidable || Kiribaku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora