Segundo Acto.

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La clase de Física estaba siendo tomada en los laboratorios del colegio, todo el grupo estaba prestando atención a lo que el profesor andaba explicando con un mecanismo que tenía el tema, aunque bien, lo cierto es que un pelirrojo no estaba prestando atención en lo absoluto al tener en mente una sola persona.

Los días habían transcurrido después de lo sucedido con el rubio cenizo en su hogar, Kirishima quería hablarle y tratar de que conviviera con el pelinegro y con él aunque el porrista se rehusaba rotundamente simplemente por las inseguridades que tenía y porque pensaba que sería una molestia, por lo que se limitaban a hablar por mensaje de texto o rápidamente si se encontraban en los pasillos entre clases.

El tintado no había dejado de pensar en la apariencia de Bakugo en su hogar, Dios santísimo, incluso le dolía el corazón por volver a recordar aquella escena, ¿cómo es que había estado guardando todo ese dolor? Y lo peor de todo, ¿por cuánto tiempo lo había estado guardando? Porque no parecía que fuese reciente lo que sea que tuviera.

—Increíble. —murmuró el latino. —No entiendo ni mierda. —se recargó sobre su silla. —¿Tú entendiste algo, Kiri? —no obtuvo respuesta. —¿Kirishima? —volteó a ver a su amigo. —Oye, dime que prestaste atención por favor, esto vale el treinta por ciento, dime que...

—Estoy preocupado. —dijo de repente.

—Bueno, yo también estoy preocupado porque de este periodo depende si me voy a examen final, ¡o peor! A un extra...

—Estoy preocupado por Bakugo. —interrumpió.

—¿Bakugo? —frunció su ceño un tanto confundido. —Espera, ¿el chico porrista? —suspiró cuando el contrario asintió. —No mames... ¿te metiste en cosas que no te incumben cuando claramente te dije que no lo hicieras?

—C-Créeme que no lo hice con ese propósito. —trató de argumentar. —Yo sólo quería conversar con él pero después pasó algo que me preocupó demasiado, mierda, no sé si esté bien.

—No te creo nada de que pasó así sin más.

—¡Pero te estoy diciendo la verdad!

—¡Hey! ¡Ustedes dos! —los mejores amigos voltearon a ver al profesor. —Guarden silencio o sálganse de mi clase, esto puede venir en el examen así que es importante. —regañó. —Y lo digo más por usted, Hanta; no está muy lejos de que nos veamos en vacaciones de fin de curso. —hizo referencia a los exámenes extraordinarios.

—¡Pero profe! No hay necesidad de humillarme frente a todos, ¡además! Ya le dije que este periodo voy a sacar una excelente calificación. —sonrió de forma confiada.

—¿Como el periodo pasado? —varios del salón rieron. —Preste atención, Hanta.

Sin más que decir el profesor siguió con su clase mientras que el pelinegro trataba de enfocarse en la materia aunque a decir verdad le era bastante difícil hacerlo, y más cuando su mejor amigo no paraba de golpetear su pluma contra la gran mesa blanca.

—Estás nervioso. —destacó Sero.

—Creo que tiene bulimia.

El pelinegro de pronto frunció su ceño y miró a su mejor amigo de una manera bastante seria, ¿un problema alimenticio? Es decir, el rubio cenizo era bastante delgado tenía que admitir, pero pensaba que era por sus genes o porque hacía mucho ejercicio por porras, al fin y al cabo todos los cuerpos reaccionan distinto a su manera, ¿pero bulimia? ¿Pues qué había visto como para llegar a esa conclusión?

—¿Estás hablando en serio? —preguntó en voz baja.

—Es que eso creo... —comentó desanimado.

Formidable || Kiribaku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora