Cuarto Acto.

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—¿Qué tanto le haces a mi cabello?

—Lo estoy acomodando, sólo espera un poco.

Los meses habían pasado y ahora nos encontramos en octubre, justamente días después del cumpleaños del pelirrojo quien justamente recién se había retocado las raíces con ayuda de su novio.

Se encontraban en la casa de Kirishima, no estaban sus madres ahí porque tuvieron que atender distintas labores cada una respectivamente por lo que llegarían tarde según lo que le dijeron a su hijo, mismo que optó por invitar a su novio para que pasaran tiempo juntos y que le ayudase a decolorarle sus raíces negras que ya estaban apareciendo desde hace ya unos meses.

Así que ahí estaban en la habitación del de dientes puntiagudos, ya la decoloración había hecho sus efectos así como el tinte por lo que ahora lo único que faltaba es que se secara por completo, dejando que el rubio cenizo acomodara los mechones de su pareja.

—Ya está. —sonrió. —Se te ve genial, y no porque lo haya hecho yo.

—No seas tan humilde. —rió y se acercó a su espejo. —¡Vaya! ¿Qué le hiciste a mi pelo? Se siente tan suave... y el tono... —se tocaba con cuidado su cabellera. —Parece que mi cabello acaba de renacer. Gracias por ayudarme, amor.

—No hay de que. —se acercó al contrario.

—Ahora no gastaré dinero en írmelo a retocar si me sigues ayudando. —sonrió. —¿Tú no quieres pintarte el pelo...? —posó sus manos en la cintura del otro.

—Oh, no. —negó repetidas veces. —¿Sabes lo mucho que se me maltrataría? —arqueó una ceja.

—Pero te verías muy masculino y genial.

—Yo siempre me veo genial. —sonrió altanero.

—Te falta algo para que te veas completamente genial. —rozó sus narices.

—¿Ah sí? —se relamió sus labios. —¿Y eso qué es? —miró a los ojos rojos.

—Falta que me beses para que seas cien por ciento genial.

Katsuki rió con gracia y pasó sus manos por detrás del cuello del otro para iniciar un beso suave entre ellos mientras mantenían sus ojos cerrados, tal y como a los dos les gustaba darse besos en medio de un silencio para nada abrumador.

Se aburrieron del ritmo tan tranquilo que tenían y fueron acercándose más al cuerpo del otro, metiendo sus lenguas de por medio aunque aún eran algo inexpertos en ese tipo de besos ya que no recurrían a él al menos que quieran intensificar el ambiente un poco más, justo como ahora.

Las respiraciones empezaron a incrementar mientras la noche se hacía presente en la habitación, dejando que fuera el rubio cenizo quien tomara control de la situación y fuera dirigiéndose al cama junto con su novio, dejando a este sentado en la orilla de misma mientras que el ojirubí se posaba en su regazo creando chasquidos y humedad entre sus bocas.

El ambiente se había calentado y ahora ambos sentían algo raro en sus vientres, no era una sensación nueva debido a sus recurrentes hormonas pero era nuevo tomando el contexto que se daba. Sus mentes se nublaron y se dejaron llevar por la situación, no estaban pensando en lo que hacían pero sabían que querían aun mas de lo que sea que estuviesen haciendo.

Bakugo enredó sus dedos en los mechones recién teñidos del otro, ladeando su cabeza cuando sintió cómo es que su pareja tomaba con más fuerza su cadera a la par que lamía sus labios por fuera antes de juntar otra vez sus comisuras sintiendo cómo se les iba el aire.

Ambos estaban completamente enfocados en lo que hacían, sus hormonas juveniles hacían que sus cuerpos actuaran mientras que sus corazones latían a mil por hora sin saber muy bien qué es lo que tenían que hacer ahora.

Formidable || Kiribaku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora