Quinto Acto.

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Bakugo entró abruptamente a su hogar siendo invadido de inmediato por la soledad gracias a que sus progenitores no se encontraban en el país como era su costumbre, yendo con pasos fugaces a su habitación para encerrarse en la misma mientras soltaba sollozos altos y sus lágrimas caían sin control alguno sobre su ropa y el suelo.

Seguía sin creer que Kirishima lo había terminado, ¿por qué lo hizo? ¿Qué fue lo que hizo como para que el adorado pelirrojo decidiera tomar esa decisión y de la manera más espantosa posible? Se sentía a morir, realmente sentía un dolor por todo su pecho y vientre además de que su llanto no parecía querer parar.

Se abrazó a sí mismo mientras los quejidos y las lágrimas seguían siendo liberadas, sintiendo así su cuerpo del cual ya no podía identificar las costillas que hace ya varios meses lo habían dejado de definir, sintiéndose aún peor con su persona al recordar lo que el teñido le había dicho respecto a que nunca lo excitó ni un poco.

Giró su rostro a la izquierda y se encaminó hacia su baño, encerrándose en el mismo a la par que veía toda su persona a través del espejo sin dejar de abrazarse, admirando así lo mal que se veía y tocando con inseguridad su vientre.

Se quitó su playera y le fue imposible el no sollozar aún más al ver su cuerpo, ese por el que tanto había trabajado durante meses reemplazando así los brazos delgados, las costillas expuestas y la gran exposición de la cresta iliaca por un abdomen marcado, una cintura envidiable y masa muscular en todas sus extremidades; si tenía el cuerpo que quería, ¿entonces por qué se sentía tan mal con el mismo?

La respuesta era sencilla: porque a Kirishima no le gustaba su cuerpo.

Recuerdos le invadieron de cuando estaba en su punto máximo de la anorexia, fue en ese momento cuando conoció aquellas orbes rojas que parecían tan desesperadas en conocerlo y en ayudarlo, esas mismas obres que desde hace ya un tiempo no lo veían de la misma forma, curiosamente desde que al rubio cenizo se le ocurrió la maravillosa idea de dar el siguiente paso e iniciar su vida sexual con su novio.

Todas las señales estaban ahí y él simplemente nunca se dio cuenta, ¡se sentía tan tonto! Tal vez si no se le hubiese insinuado de esa manera al teñido ahora seguirían siendo pareja, probablemente ahorita estarían juntos viendo alguna película o simplemente dándose besos en su cuarto o jugando los videojuegos que le pertenecen a Eijiro, ¿pero cómo saberlo? Eso era lo más jodido a fin de cuentas, el realmente no saber si las cosas hubieran sido distintas si algo en el pasado cambiaba, y era una incertidumbre al que el ojirubí se terminaría acostumbrando por más dolor que le cause.

Pero no, no podía ser simplemente aquella petición lo que llevaría todo a la ruina, ¡tenía que haber algo más! Katsuki se negaba a aceptar que la causa de su ruptura fuese simplemente la vida sexual de ambos, ¿pero qué otra cosa podía ser? Recordaba y repasaba pero no podía encontrar algo en sus memorias que de verdad afectasen algo.

Eso fue hasta que nuevamente vio su cuerpo en el reflejo del espejo.

Claro... cuando Kirishima y él se besaron por primera vez el rubio cenizo pesaba cuarenta y ocho kilos, y cuando le pidió ser su novio pesaba cincuenta y tres kilos, ¿y ahora? Ahora pesaba como setenta kilos debido a la masa muscular que había acumulado con el paso de los meses, pero era muchísimo a diferencia de cuando el pelirrojo lo había conocido en los baños vomitando.

Todo estaba mal, completamente mal, fue demasiado egoísta con su persona que omitió por completo las consecuencias que eso podrían causar en su relación al convertirse físicamente en una persona completamente distinta a cómo cuando su ex novio lo había conocido.

Pero podía remediarlo, ¿verdad?

Claramente en ese momento no estaba pensando demasiado para cuando decidió dirigirse al retrete y él mismo provocarse los vómitos al meter dos de sus dedos hasta lo profundo de su garganta dejando que las arcadas resonaran en eco por el baño mientras que las lágrimas se combinaban con los líquidos que salían de su boca.

Formidable || Kiribaku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora