broke whatever you want

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Él es tan resplandeciente como las luces a mitad de la noche por las que camina en medio de su estado de poca lucidez, pega tan fuerte como las metanfetaminas que produce y cristaliza sus ojos azules cada vez que su voz profunda lo hostiga con cada cosa que dice y hace. Su corazón, tan podrido como el olor putrefacto en su hogar, llama por él, llama por su atención, pero no tiene más remedio que drogarse con marihuana por horas, porqué muy profundo en su interior, sabe que nunca podrá tener su amor ni su atención.

"Es un hombre de familia y tiene un bebé en camino, demonios, él es un maldito viejo de 50 años y es un hombre."

¿Que debería hacer?, sus cejas se fruncen y su rostro se contorciona en una mueca de desagrado, sus sudorosas manos que le delatan lo hacen sentirse asfixiado y sus ojos no saben cómo mirar el rostro del hombre tan brusco y desesperado en frente suyo. Se siente como si estuviera ido, como si Walter no le estuviera gritando en la cara cuan estúpido era y que un drogadicto de mierda como él no podía seguir simples instrucciones.

Un golpe tras otro, su relación de negocios había pasado a ser personal para él, un gran error, observando como los gélidos ojos del hombre mayor lo observan sin emoción alguna, cargando en su espalda a toda una familia y a una mujer embarazada, algo que destruye su interior lentamente y le hace querer apegarse de forma aún más enfermiza al mayor. Porqué aún si sabría diferenciar la realidad que hay entre ellos dos, se siente protegido y querido a su lado, nadie en mucho tiempo lo había hecho sentirse así.

"Me necesitas más de lo que yo te necesito a tí."

Las palabras saliendo sin querer desde el interior de su garganta, la satisfacción de haber dicho esas once palabras y observar el rostro pasmado de sorpresa de Walter, su interior se revuelve por sentirse tan realizado y revertir los papeles un momento, pero el dolor vuelve enseguida al darse cuenta y pensar que aquel hombre no se toma esas palabras de la misma manera en que la que él le gustaría.

Golpes, el dolor, más drogas, dinero, más golpes, su corazón se ablanda y se vuelve adicto a la presencia de Walter, la perdición en sus ojos verdes, su estómago se revuelve pero él lo sigue buscando, aceptando toda su mierda, ocuparse de los malditos negocios y seguir este trato, como si él se sintiera complacido de tener todos esos billetes cuando ni siquiera sabría en que gastarse todo ese dinero.

Piensa en buscar mujeres como Wendy, salir a fiestas, drogarse con Skinny Pete y sus demás amigos, pero ni todas las prostitutas drogadictas en moteles de mala suerte podrán reemplazar el sentimiento de odio y vacío que siente hacia si mismo por todo lo que ha hecho, por querer a este hombre y hundirse con él, su maldito profesor de química de la secundaria hace mentafetaminas con él en su tráiler y él está bien con eso, está bien con cualquier mierda mientras esté a su lado, y justamente eso, lo deja varado en la confusión.

Al principio podría haber dicho que no necesitaba está mierda y contar cómo una anécdota loca que su profesor de química lo había visto desnudo escapando de la policía después de ser echado de la casa de una rubia candente con la que habría estado follando minutos antes y su antiguo socio Emilio estuviera siendo detenido, pero no, Walter White tenía que ir a buscarlo personalmente a su hogar y proponerle montar un laboratorio de mentafetaminas, un viejo de 50 años quería ser el capo de Nuevo México, Albuquerque.

La incredulidad en su rostro ante la situación era evidente, pero de cualquier manera él acepto, y de ahí, su vida se torno agitada y llena de problemas, todo eso tenía un nombre y rostro, pero aún así no puede evitar quedarse con todo ese dinero y miseria, como si fuera lo único que le queda en su desastrosa vida.

Quizás eso era verdad después de todo.

A pasos lentos, sigue el paso de hombre mayor frente a él en completo silencio, listo para recibir su mitad del dinero, un pequeño malentendido en sus negocios, eso era todo, tenía que pagar los impuestos de su nuevo hogar, hace poco lo habían echado de su propio hogar y necesitaba desesperadamente el dinero tanto como visitar la casa de Walter, aún si recibía gritos por parte de él, ¿a quién más podría recurrir?, se sentía perdido.

Recibe el dinero y mira atentamente al hombre mayor a su lado, como si él tuviera la respuesta a todo, como si estar a su lado solucionará las cosas y lo haría sentirse mejor, pero estába tan equivocado, porqué su corazón no para de latir frenéticamente y su estómago se retuerce pensando en que se sentirá estar más cerca de Walter y poder tener en sus brazos ese cuerpo tan frágil y enfermo.

"¿Quieres que te prepare el desayuno?"

No puede escucharlo, Jesse Pinkman está perdido.

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