_Capítulo 3_

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La puerta de la cafetería se abrió de golpe y Aidan entró corriendo directo a su puesto, gracias a los dos tipos raros que por ciento apestaban horrible había llegado tarde a su trabajo, otra vez. Le sorprendió que su jefe al verlo no le dijera nada, así que sin importarle mucho empezó con su labor de trabajo.

-También eres nuevo?- hablo una voz femenina a su lado

-No, solo llegué tarde- Aidan vio a la chica a su lado- Tu eres nueva?, por lo regular no hay mujeres en este lugar

La chica río ante el comentario, Aidan puso los ojos en blanco y siguió con su trabajo, este día realmente había sido muy extraño para el, por que rayos la gente extraña lo perseguía últimamente?.

-Soy Lila por cierto- la chica le extendió la mano- Y si soy nueva, digamos que acabó de llegar a esta ciudad

Aidan miro la mano por un rato y luego miro a Lila, la cual aún mantenía esa sonrisa divertida en su rostro.

-Aidan...- por fin tomó la mano, Lila sonrió dando un gran apretón- espero puedas adaptarte a este lugar, todos son unos estúpidos, ahora si me disculpas...

Con toda la delicadeza que el chico tenía despegó la mano suya de la mano de la chica, ignoró su plática y empezó por atender mesas. Ignorar totalmente el hecho de que quería el día libre para buscar al chico del día anterior, ¿donde estaba?, ¿estaría bien?.

Lejos de ahí en un callejón Cinco se encontraba sentado en una caja, estaba felíz de por fin tener algo en su estómago, había devorado el contenido de la bolsa en segundos y ahora no sabía que hacer el resto del día

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Lejos de ahí en un callejón Cinco se encontraba sentado en una caja, estaba felíz de por fin tener algo en su estómago, había devorado el contenido de la bolsa en segundos y ahora no sabía que hacer el resto del día. Encontrar a sus hermanos había sido difícil y muy cansado así que se tomaría un descanso por le día de hoy, y mientras pensaba mirando a la nada una idea cruzó por su mente, decidio intentarlo, no tenía nada que perder de todos modos.

Como pudo limpió su rostro del polvo, sacudió su traje y emprendió camino en busca de un trabajo, cualquiera que se pudiera presentar podría servir en estos momentos, no podía robar comida para siempre o vivir en la calle así que mantuvo su mirada firme en cada local que pasaba.

Máximo cuatro horas caminando, viendo letreros de oportunidades de trabajo pero siempre la estricta regla de dieciocho en adelanté, el tenía trece, pero múltiples talentos bajo la manga.El sol ardía en su espalda y Cinco solo quería un baño, toda esperanza de encontrar un trabajo se derrumbaba hasta que se asomó a un callejón.
En un local un poco descuidado una hoja rota y sucia decía lo que con tanto anhelo busco "Se buscan empleados, cualquier edad",medió sonrió y tocó la puerta del descuidado local. Para su sorpresa un hombre de aspecto raro y fumando un cigarro abrió la puerta.

-No compró galletas...- el hombre soltó el humo y Cinco tosio en respuesta

-No vendo galletas...! -Cinco tosio un poco mas- vengo por el empleó

-No eres muy joven para estar buscando trabajo? -el hombre tiro el cigarro a los pies de Cinco- y muy debiluchó?

-La hoja dice cualquier edad- Cinco señalo la hoja- aparte de que no soy ningún debiluchó, ocupo el trabajo, no quiero dormir un día más en la calle

El día en el que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora