Dash delta

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Hay algunos IHOP que cierran a las 10:00 pm, hay otros que cierran hasta las 12:00 am, sin embargo el que está cerca del humilde departamento de Atsumu es de los pocos que se mantiene abierto durante las veinticuatro horas. Obviamente a las 3:00 am que el par entra y se sienta a pedir, la atención es una mierda, pero vale la pena totalmente por los pancakes de blueberry que venden, así como los de chispas de chocolate que Atsumu engulle uno tras otro. 

—¿Puede traerme otro jugo de naranja? —pide a la mesera que pasa de casualidad y que le regala una mirada desconcertada. 

Kiyoomi lo observa, da pequeños sorbos a su café y parte un pedazo de su chessecake para comerlo. Cuando Atsumu se suficientemente lleno limpia su rostro y da un largo suspiro de satisfacción, sabe que en un par de horas va a estar vomitando la mitad de lo que comió en el instante en que la ansiedad acuda a él, sin embargo, por el momento es suficiente, se limpia las comisuras de su labio. 

—¿Qué era lo que querías? —pregunta desparramándose un poco en el sillón donde está. 

Kiyoomi saca de su pantalón una hoja de papel que había sido doblada diligentemente antes de deslizarla sobre la mesa. Atsumu la vio al mismo tiempo que la mesera le servía el vaso con jugo y el popote. El rubio se toma la delicadeza de abrir el popóte y sobre hasta sus heces al jugo, sólo cuando queda satisfecho es que se digna a tomar la hoja y la desdobla, puede notar el cuidado con que fue guardada. 

Sus ojos pasan rápidamente por las letras que ahí están impresas mientras la mesera recoge los platos sucios, Kiyoomi pide otro café, es para Atsumu aún recuerda el gusto del rubio de tomar café para asentar la comida en su estómago y tener mejor digestión (según él). Mientras tanto él termina el suyo a pequeños sorbos hasta que por poco lo escupe cuando ve a Atsumu hacer bolita el papel, tirarlo a la mesa y después incorporarse para irse. 

—Miya —lo llama. 

—No regresaré al circuito. 

—Ni siquiera has visto la propuesta completa. 

—No volveré —sentencia jalando el abrigo que llevó hasta el restaurante. 

Kiyoomi carraspea, mira la mesa y saca de su pantalón el único billete de cincuenta dólares que le queda para cubrir el consumo y la propina, corre detrás del rubio que ya salió del lugar. Este sube la capucha dela sudadera para cubrir su cabeza mientras que apresura su paso porque el cielo está nublándose, será un dolor en las pelotas enfermarse a esas alturas que se ha tratado de mantener lo suficiente sano con los escasos nutrientes que logra rescatar de la comida chatarra que le llega. 

—Miya —escucha a Kiyoomi hablar detrás de él y se detiene tras un largo suspiro, se gira para encararlo. 

—Te mandaron por mi respuesta, y mi respuesta es no, puedes volver y prepararte para irte a Azebaiyán. 

Claro que le desilusiona escuchar la negativa de Atsumu sin embargo se siente bien el que sepa cuál es la siguiente carrera que sigue en la temporada, muy debajo de toda esa amargura aún quedan resquicios del corredor que sigue siendo pero que parece haberse dado por vencido. Por otro lado, el hecho de escuchar eso le sienta fatal y está a punto de explicar algo de suma importancia pero parece que Atsumu, con su rápido pensamiento, ha deducido lo que no es tan obvio y a la vez sí. 

—Se supone que deberías estar en Mónaco —susurra Atsumu—. ¿Por qué... estás aquí? 

Correr en carreras extensas es agotador emocional y físicamente, sobre todo en un circuito como el de Mónaco que unía a dos ciudades y era considerada uno de los más cansados al tener un total de 19 curvas. No pensaría a una escudería, o agente, o jefe de estrategia que fuese capaz de permitir que alguno de sus corredores, principal o de apoyo, viajase justo después de la carera. 

Blisters [Haikyuu!! - SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora