Contempla el cambio de ropa que pretende usar esa jornada: jeans, sudadera y una gorra, odia los barbijos pero tendrá que usar uno para no ser reconocido. Aún lleva atado a su cintura la toalla de baño, lleva otra sobre sus hombros porque su cabello aún gotea. El pequeño loft que arrendó para el viaje se impregnó del aroma de su shampoo y vapor del baño caliente. Su cuerpo se siente fresco pero su cabeza es otro tema, está demasiado abrumado como para pensar con claridad lo que realmente quiere hacer. No sabe qué es peor: Haber prometido que iría hasta Singapur o estar directamente ahí en Singapur.
Moja sus labios y se deja caer a lado de la ropa. Oculta su rostro con sus dos manos porque está al borde de un pequeño colapso, de hecho, lo ha estado desde que puso pie en tierra firme tras bajar del avión que lo llevó hasta la capital de aquel país. Empeoró conforme se fue acercando hasta la zona donde sería la competencia.
—¿Te molestaría si volviera a correr? —preguntó en voz alta una tarde antes de tomar la absurda decisión de viajar, justo después de haber dejado a Kiyoomi en el aeropuerto.
No se atrevió a mirar a su madre, seguía viendo a su hermano que seguía justamente igual que el día anterior y el anterior y el anterior del anterior a ese. Solo escuchó el ruido de las agujas dobles con las que tejía detenerse. El hombre estuvo a punto de retractarse y decir que era una broma, pero su madre de pronto apareció a su lado, de pie, con sus manos sobre sus hombros, presionándolos con suave fuerza y mirándolo con todo el amor que solo una madre podía transmitir.
—¿Es lo que quieres? —cuestionó con voz maternal—. Porque si eso es lo que quieres... entonces estará bien... —Atsumu notó lo difícil que era para la mujer hablar, pero también apreció el esfuerzo lleno de amor con el que ella trataba de alentar a su hijo, de espantar las tormentas que en su cabeza se habían formado.
Lentamente la mujer se agachó hasta quedar recargada de las piernas del muchacho que seguía sentado en el taburete a lado de la cama de su gemelo. El de los ojos dorados veían con temor y admiración a su madre que alzó su mano para acariciarle la mejilla, peinar su cabello y después tomarlo de la barbilla.
—No sería una madre si no me preocupara por mis hijos, pero sería un monstruo si evitara que mis hijos siguieran sus sueños... —bajó sus dos manos hasta tomar las de su hijo—. ¿Sabes qué me enamoró de tu padre?
Atsumu negó sin poder detener más tiempo las lágrimas que caían desbordadas por sus ojos. La mujer las limpió sonriendo, porque el más hiperactivo de sus hijos era Atsumu, al mismo tiempo que es el más sensible.
—Porque un día llegó y me dijo: Te vi el otro día cuando pasabas de la tienda de la señora Moritaka, y prometí que si te volvía a ver haría que te casaras conmigo.
—¿Así? —preguntó Atsumu sonriendo como imbécil porque no conocía esa anécdota.
La mujer asintió.
—Después me enteré que todos los días, a la misma hora, fue al mismo lugar, esperó pacientemente durante dos meses hasta que volvimos a encontrarnos... —La mujer se rió al igual que Atsumu—. Lo que quiero decir es que no esperes que el destino te dé una oportunidad o una señal, tú mismo tienes la fuerza para buscar tu propia señal... yo no quiero que lo hagas, ni tu papá, nos aterra que ocurra algo peor que esto, sin embargo... como mujer que cumplió su sueño de tener una familia llena de amor y un hogar al que sus hijos puedan regresar, quiero que lo hagas... —lo atrajo cuando el rubio empezó a llorar más fuerte.
Los brazos de mamá se sintieron bien, el sentimiento aumentó cuando la sintió besarle donde pudo mientras él no dejaba de llorar.
—Está bien, está bien... solo... solo prométele a tu vieja madre una cosa —lo apartó de ella y tomó entre sus manos el feo rostro lloroso de su hijo lleno de lágrimas, saliva y fluido nasal—. Si vas a hacerlo, no quiero que vayas con dudas en el corazón... quiero que vayas con la claridad de que si lo haces es porque vas a ganar, como siempre... —él asintió volviéndola a abrazar, la mujer dio un largo suspiro—. Y si todo sale bien, por favor, regresa a salvo a casa.
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Blisters [Haikyuu!! - SakuAtsu]
FanfictionLa escudería MSBY Black Jackals acaba de absorber a pequeña escudería Itachiyama, no porque le interese expandirse, sino porque quieren a Kiyoomi Sakusa, el piloto estrella que ha sacado a flote a la empresa, sin embargo, al filo de que se venza su...