Capítulo 15

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(Narra Arion)

Bua, vaya leyenda acaba de narrar Asger. Pero... ¿Quiénes eran Hielo y Fuego? Creo que me hago una idea, pero bueno, tal vez me equivoque, y es lo más probable, pocas veces acierto.

Entonces sentí que se me tiraban encima y me empezaban a lamer la cara.

-          ¡Ah, me haces cosquillas! ¡Para por favor! – chillé muriéndome de la risa y con la cara llena de babas de... ¿Perro? ¿Spotter vino conmigo? Creo que lo dejé en casa con la tía Silvia...

Cuando miré vi que era el lobito de... ¿Night? Sí, creo que era así su nombre.

-          Oh, eh... Yo lo siento – dijo una bonita voz, y los lametones desaparecieron.

Me incorporé y vi a Night. No pude evitar ponerme un poco rojo, y dije:

-          N-No... No pasa nada...

Se llevó al lobito, y todos los chicos me miraban pícaramente, incluso Asger. Idiotas.

-          ¿Qué? ¿Tengo monos en la cara? – pregunté.

-          Hijo mío tú mismo eres un mono – rio Aitor.

-          No sabía que te interesara Hielo – comentó Asger.

-          ¿Night es Hielo? - preguntó Riccardo.

-          Sí, y Fuego es... La de la mecha roja – completó.

Creo que se llamaba Natalia.

-          Gabi no soy el único que se interesa por algún elemento, ¿eh? – me burlé.

-          ¿En qué punto de mi vida te dije que me interesaba Natalia? – gruñó Gabi. 

-          ¿Y cómo te diste cuenta? – se asombró Michael.

-          Oye, no soy tonto, estáis cogiendo una equivocada imagen de mí – hice un puchero.

-          Ya, ya... - ironizó Adé.

-          Bueno, a Adé le gusta Harriet – picó Eugene.

-          Eso – hizo una pausa – no es cierto.

-          ¿En serio a todos ya os gusta alguien? – Michael puso con chulería las manos detrás de la cabeza y se recostó en el asiento.

-          Bueno, Michael – sonrió malignamente Victor - ¿y Anna qué?

-          Anna está loca si lleva un arma por el bosque – cortó secamente él, intentando ponerse el pelo delante de la cara para que no viéramos que su tez morena se tornaba roja.

-          Ya, ya – insinuó Aitor – a mí sí que no me gusta nadie.

Todos intentamos demostrar lo contrario, pero no fuimos capaces. Ya le llegaría el momento.

-          ¡Llegamos! – gritó Fey.

Alina fue la primera en levantarse, y corrió como si no hubiera un mañana.

-          ¡¿Dónde está ese hijo de puta?!

-          Inteligente – la llamó Zaliega – se te olvida la navaja – y le tendió el arma.

-          ¡Cierto! – la cogió rápidamente.

(Narra Natalia)

Creo que los indígenas saben que Hielo y yo somos Fuego y Hielo, lo que me hará usar mi poder. No quiero, no me gusta usar el fuego.

-          ¡Vamos afuera, ese loco está por ahí! – gritó Fey.

Bajamos todos. Estábamos en una isla desierta, pero era bonita. Hacía sol, aunque éste se empezaba a ocultar, ¿cómo? No serían ni las tres de la tarde.

-          ¿Por qué se oculta el Sol tan temprano? – preguntó Night.

-          Por un loco que ha creado zombies, ¿sabéis jugar al Resident Evil? – preguntó Alina.

-          Jugué alguna vez antes de escaparme del Sun Garden – asintió Night.

-          Yo vi a mi padre jugar unas pocas veces, luego no quise saber nada más del mundo – asentí.  

-          Un momento – reflexionó Riccardo – Night, ¿cómo dijiste que te llamabas?

-          Star.

-          ¿Star? Me suena mucho, ¿dónde lo oí?

Se puso nerviosa, y dijo:

-          No lo sé, estar suena a apellido de famoso, puede que sea eso.

-          No, no lo es – negó – tus padres...

-          Sus padres eran empresarios algo reconocidos – cortó Aitor, acercándose a Night – por eso te suenan – y miró con una leve sonrisa a Night.

Arion apretó los puños, pero nadie lo notó. Uh... Me huele a celos.

-          Pero bueno, bueno, bueno... - dijo una áspera voz a nuestras espaldas – si es ese pequeño y descuidado conejito verde...

-          ¡Eh! – dijo Alina girándome - ¡Solo yo lo llamo conejo! ¡¿Quién te crees que eres para llamarle así?!

-          Hijo de puta... - oí susurrar a Fey.

Yo cada vez me echaba más para atrás, sobretodo porque notaba mi guante ardiendo. No, ahora no, por favor. Me miré la mano con el guante, y me apreté la muñeca.

-          Espera... Espera un poco más...

(Narra Night)

Podía sentir el calor que desprendía Natalia. Mis manos también empezaban a helarse levemente por las puntas de los dedos. Ahora mismo me gustaría no haberme burlado del guante de Natalia y tener yo unos para poner.

Mi lobo, al que tengo que ponerle nombre por cierto, notó mi nerviosismo, y con su pelaje blanco acarició mi pierna.

Aitor también se percató de mis nervios, y me susurró:

-          Asger ya me ha dicho que eres el Hielo, ¿estás bien?

-          Siempre te fui sincera, y eso no cambió – lo miré a los ojos – no estoy bien.

Le mostré mis manos, que ya tenían algo de hielo en las yemas de los dedos, y dijo:

-          Es impresionante. Pero debes ignorarlo.

Mientras yo me preocupaba de mis manos el loco ese hablaba con Fey y Alina, pero eso me importaba poco. Aitor pasó su brazo por mis hombros y me frotó cálidamente el brazo.

Noté entonces que alguien me miraba fijamente.

Busqué con la mirada, y vi que Arion me miraba fijamente, y con los puños apretados. No pude evitar ponerme algo roja e incómoda.

(Narra Alina)

Ese gilipollas me estaba calentando. No paraba de burlarse de Fey y de mí, eso me molestaba.

Hubo un momento en el que estallé y le lancé la navaja.

-          Se acabó el diálogo – comenté lanzándole el arma.

-          Perfecto – dijo tranquilamente esquivando el arma.

Entonces una horda de zombies apareció de la puta nada, lo que hizo que realmente me asustara. No tiene puto sentido. No lo tiene. Pero es real. Es lo peor de todo, que es real y sin sentido.

-          ¡Ahhhh! – oí a Night y a Natalia chillar a la vez.

Apocalipsis zombie © 2015 | Inazuma Eleven GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora