capítulo ocho

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—¿Qué opinas de que me perfore los pezones? —Jeongguk le preguntó, bebiendo del vino en su copa, sus ojos resplandeciendo juguetonamente al ver como es que Taehyung se ahogaba con su propia saliva.

¿Escuchó mal acaso?

—¿Cómo? —Preguntó casi sin voz, intentado toser de una manera disimulada ante los ojos de los demás comensales mientras sentía como una mano golpeaba suavemente su espalda.

Jeongguk, el maldito de su novio, lo ayudaba a que sus pulmones volvieran a funcionar de una manera normal, pero bien divertido estaba ante la situación. Los ojos brillantes y esa sonrisa socarrona le estaba mareando levemente.

—Eso, ¿Crees que se me verían bonitos unos piercing en los pezones? —Volvió a preguntar como si estuviese hablando del clima, y un sonrojo comenzó a adueñarse de las mejillas de Taehyung.

Estaban cenando, en su restaurante italiano favorito. Eran clientes recurrentes, ahí mismo fue dónde Jeongguk lo llevó a comer por primera vez y le pidió ser novios, todos los meseros los conocían e incluso el chef los saludaba si es que se los encontraba. Era un local chiquito, pero ameno. Con decoración bien aesthetic, como el tipo de aesthetic de Taehyung, ya saben. La comida era exquisita, y la atención 10 de 10. Había sopa que iba por la casa, los platos todo 100% casero, y música de jazz, o veladas suaves que no estaba ni tan alta para hacer más difícil llevar una conversación pero no tan baja como para incomodar los silencios.

Solían sentarse en la mesa de la esquina, Jeongguk dándole la espalda a todo el local. No por su popularidad, sino que más bien era la dinámica de ellos. Taehyung le gustaba sentarse en la mesa más escondida, todo para tener mayor privacidad, pero de frente al resto del local para poder mirar todo con ojos curiosos. En cambio Jeongguk se sentaba donde estuviese Taehyung, a veces de frente para crear poco a poco esta burbuja de amor entre ellos y poder coquetearse como si fuera la primera vez que se conocían, o al lado suyo, simplemente para mantener tranquilas sus manos inquietas y deseosas de tocar a su novio, o para robarle besitos en la velada.

Eran más de pedir algo para comer a domicilio, pero igual a veces necesitaban tener salidas de este tipo. Ir a cenar, al cine, a pasear tomados de la manito. Los hacía romper lo monótono que a veces solía apagar las relaciones amorosas.

—¿Qué me dices, príncipe? —Le volvió a preguntar por tercera vez, acercando su rostro al ajeno para intimidarlo. Taehyung tragó.

—Piens-so que se t-te verá muy b-onito, hyung —Respondió, tímido y haciendo uso de su puesto, comenzó a mirar hacia los lados para no tener que ver los ojos coquetos.

Jeongguk sonrió, tomando al mayor de la barbilla para besarlo suavemente. El índice acariciando la mejilla sonrojada.

—¿Me acompañarás, entonces? —Taehyung asintió repetidamente con la cabeza, el menor riendo al verlo tan entusiasmado.

Ambos se sonrieron, y se alejaron levemente al ver como es que llegaban sus platos principales. Siguieron comiendo, conversando de manera trivial, de sus amigos, de los compañeros de universidad de Taehyung, de cómo iba el canal de twich, el apoyo inmenso que a veces ahogaba a Jeongguk y no sabía como reaccionar a los números pero lo contento que lo tenía por eso mismo, de la nueva figura de Marvel que Jeongguk le puso el ojo y ansiaba comprar, de que el mayor quería aprender a tocar violín, y cosas así. Nunca se cansaban de conversar, nunca había un silencio incómodo o se sentían que no sabían que más podían decir. A pesar de que eran novios, eran mejores amigos y compañeros de vida. Si tenían un 1.000.000 temas para conversar, de cierta manera encontraban un 1.000.0001 tema y nunca se quedaban callados. Siempre uno de los dos hablaba hasta por los codos y el otro lo miraba con ojos en forma de corazón, super atento escuchando lo que el amor de su vida estaba diciendo.

A veces los abrumaba la cantidad de años que llevaban conociéndose, y como es que cada día aprendían algo nuevo del otro. Y era eso la verdad y el porque seguían tan insepables, que a pesar de que eran dos personas completamente distintas y que eso provocaba un choque de personalidad, nunca se cansaban de seguir aprendiendo sobre el otro.

Y es que se amaban, hasta las patas. Estaban completamente enamorados del otro, enamorados de como era su relación. Eran felices, de manera individual y en pareja.

No había mejor sensación de saber que habías encontrado a la persona con la que querías pasar el resto de tus días.

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el 30 fue mi cumpleaños pero a pesar de que en chile ya es 31, quería publicar de todas mis historias a lo loco jajsja

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el 30 fue mi cumpleaños pero a pesar de que en chile ya es 31, quería publicar de todas mis historias a lo loco jajsja

espero que les guste uwu

Gguk97Donde viven las historias. Descúbrelo ahora