capítulo nueve

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tw: degradación, humillación.

—Sácate la ropa, Taehyung.

El castaño quedó de pie, sin saber ni qué decir ni qué pensar. El tono de voz que utilizó Jeongguk fue autoritario, ni siquiera le dio una mirada, solamente entró a la habitación que habían estado compartiendo estos últimos ocho días mientras se sacaba la chaqueta de cuero que había estado usando, dirigiéndose al armario para guardarla colgada de inmediato.

Jeongguk aún dándole la espalda, comenzó a arremangarse las mangas de su camisa, y cuando terminó de hacer esa acción, se dio la media vuelta para poder ver a su novio, pero arqueó una ceja al verlo aún de pie en medio de la habitación, completamente vestido.

El pelinegro frunció el ceño, mientras apretaba sus dientes y por consiguiente, se marcaba su mandíbula.

—Te di una orden, Taehyung. ¿Es que ahora no escuchas? —Le recriminó, mirándole seriamente desde su lugar.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del mayor, al ver la postura de dominación que estaba teniendo el menor. Y sin hacerse tanto de esperar, comenzó a desnudarse en el mismo lugar en el que se encontraba de pie. Un atisbo de satisfacción apareció en los ojos oscuros del pelinegro, mientras comenzó a mirarlo de pies a cabeza, cada vez más satisfecho con el cuerpo morenito de su novio.

Taehyung en vez de sentirse nervioso ante la escrutinia mirada que le estaban otorgando, se sentía cada vez más complacido. Sabía que no tenía el mejor cuerpo, pero cada parte de el estaba bien puesto en su lugar. Sus muslos rellenos, su vientre plano, pequeños músculos en sus brazos, piernas largas y delgadas. Su tez de piel canela, dorada, suave y sana. A Jeongguk se le hacía agua la boca.

El pelinegro asintió con la cabeza, serio y con esa expresión de satisfacción ya eliminada de su rostro, comenzó a moverse por la habitación, yéndose a una cajonera para rebuscar el paquete de cigarros que cada cierto tiempo abandona. Taehyung no le sacaba los ojos de encima.

Jeongguk sin dirigirle ni siquiera una mirada fue hacia el sillón individual que tenía en su habitación, por lo general para dejar la ropa sucia que debía llevar después al cuarto en donde tenía la lavadora. Se sentó, con las piernas abiertas, con una postura digna de un rey. Con sus dedos largos y ágiles, tatuados, sacó un cigarro de la cajetilla, para luego rebuscar en sus bolsillos el encendedor y así prender el cigarro. Dio una calada, sintiendo como poco a poco la nicotina se hacía paso en su sistema. Y mientras botaba el humo, miró a Taehyung sin expresión.

El mayor estaba inquieto, con sus manos tomadas en frente de su cuerpo, más bien intentando ocultar su polla.

Los ojos del pelinegro se dirigieron de inmediato al desastre que el mayor hizo al desnudarse, la ropa amontonada y arrugada, y frunció el ceño mientras negaba con la cabeza. La desesperación comenzó a hacer estragos en el cuerpo de Taehyung, al ver la decepción pintada en el rostro de su novio.

Sin siquiera dejar que le dijera algo, el mayor se arrodilló rápidamente, tomando su ropa con manos temblorosas y ordenando con el mayor cuidado posible, dejando su ropa bien ordenada. Al tener ya todo pulcramente, como le gustaba a Jeongguk, tomó su ropa y la dejó suavemente en una esquina, ya que el sillón estaba siendo usado. Taehyung volvió a su lugar, anhelando recibir una mirada de aprobación. Jeongguk solamente lo había mirado, sin ninguna expresión en su rostro, con una mano apoyada en el posabrazos del sillón, su cabeza apoyada en su mano. En la otra, entre sus dedos largos, sostenía el cigarro, el humo llenando la habitación, provocando que Taehyung se sintiera levemente mareado.

Jeongguk volvió a dar otra calada, aún mirándolo sin expresión alguna.

—¿Eres una puta, Taehyung? —La pregunta lo sorprendió, mientras se congelaba en su lugar.

Gguk97Donde viven las historias. Descúbrelo ahora