17: La propuesta, el amor y la felicidad

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DIONNE

Una semana después...

–Bueno, entonces, ¿aceptas ya por fin? – pregunta mi padre.

Asiento.

–Si no queda otra.

El ríe.

–Espero que no lo estés haciendo solo por estar cerca de Nico – recalca el.

–¿Nico que tiene que ver? – pregunto, a la defensiva.

–Tiene que ver que sois pareja.

–No tiene nada que ver. Estoy aquí porque es una buena oferta. Pero me lo tendré que combinar con la universidad.

El asiente.

–Eres mi hija. Además, si Dani también acepta, podréis veniros las dos a ver a vuestros amores.

¿Que acaba de decir mi padre?

–¿Qué? – pregunto, confundida.

Él no dice nada.

–No me digas que tu no te has dado cuenta – dice, alucinado –. Dile a Nico de mi parte que te cuente el chismorreo. Es boca de todos los que estamos por aquí.

Asiento.

–¿Dónde esta por cierto? – pregunto, refiriéndome al gallego.

–Fuera esperándote.

Asiento y me levanto.

–¿Bueno, entonces ahora serás la fisio oficial del club? – pregunta mi padre.

–Firmar un contrato no te sirve? – digo, irónica.

–Siempre con ironía. Eres de lo que no hay cariño.

Sonrío.

–¿Cómo está tu madre por cierto? Que hace tiempo que no hablo con ella.

–¿Hablas con mi madre? – pregunto, alucinada –. ¿Se puede saber de qué habláis?

–De ti principalmente. Deberías llamarla algún día, por cierto. Quiere saber lo de Nico.

–Encima le hablas de Nico? – digo, indignada.

–Ella preguntó –se excusa.

–Eres horrible.

–Así quieres a tu padre.

Ruedo los ojos.

–Vete con tu novio anda – besa mi cabeza y se marcha.

Ruedo los ojos de nuevo y salgo del despacho de mi padre. Una vez fuera veo a Nico apoyado en la pared mirando el móvil distraído.

–Hola – murmura, mirándome con una sonrisa.

Se acerca y me besa.

Justo mi padre abre la puerta del despacho.

–Siempre os pillo besándoos por dios que horror – mi padre sale y se queja, dramatizado y marchándose. Ambos reímos, siempre pasa.

–¿Nos vamos? – pregunta Nico, rodeándome los hombros con su brazo.

Asiento.

–¿Tu casa o la mia? – pregunto.

–Donde quieras. Conduces tu – digo, sonriendo.

Él asiente.

Una vez salimos de la Ciutat y nos subimos a su coche, el cual huele a One Milion a más no poder, que es la colonia que Nico usa a toneladas, ponemos rumbo a una de las dos casas, porque le he dicho que escogiese él.

La música de Quevedo invade el coche por completo.

–Oye, mi padre me ha dicho que había no sé qué chismorreo con Dani, me ha dicho que me lo contases tu – digo, recordando las palabras de mi padre.

–¿Dani no te ha contado nada? – pregunta mi novio. Que bien suena eso por dios.

Niego con la cabeza.

–Pues yo tampoco diré nada.

–Nico por favor – suplico.

–Son las cosas de tu amiga.

–Pero mi amiga no me hablará de eso, la conozco.

–Habla con ella y punto – sentencia.

–Amor...cuéntamelo.

El frena el coche.

–¿Cómo acabas de llamarme? – pregunta, atónito.

–Amor – digo, orgullosa. Pero la inseguridad me invade –. ¿No te gusta? – pregunto insegura.

Él toma mi mentón y planta un beso.

–Me encanta – dice, separándose y volviendo a acelerar –. Pero con apodos bonitos no conseguirás nada. Soy gallego, no gilipollas.

Rio por lo bajo con su comentario.

Sin Señal de Quevedo suena cuando llegamos a casa de Nico. Al final nos quedamos aquí, pienso.

–¿Peli, sofá, y mimos? – pregunta Nico con voz de bebé una vez aparta el coche en la entrada de su casa.

Asiento.

Y tal como ha sido la petición del moreno, pasamos la tarde viendo películas, en el sofá y con el acariciándome el pelo, y entre peli y peli unos cuantos besos.

Y justo tal y como estoy ahora, con Nico durmiendo en mi pecho mientras veíamos una de las películas de Iron Man y yo le acaricio el pelo, me doy cuenta de que es lo único que necesito. Que he encontrado mi felicidad en estos simples momentos. Simples, pero llenos de amor y cariño. 

HABITACION 614 | Nico GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora