EXTRA II El disfraz

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DIONNE

Suspiro y me miro al espejo. Me giro un poco para mirar mi espalda, que está bastante escotada y no me acaba de convencer.

–¿Cielo estás ya? – pregunta Nico al otro lado del probador.

Suspiro y corro la cortina del probador.

–¿Te parece que ya este? – pregunto, insegura.

Nico mira a los lados, ve que no hay ninguna dependienta y se mete dentro conmigo. Antes le han hecho salir porque no se permite que haya dos personas en el mismo probador. Que tampoco íbamos a hacer nada, pero bueno. No pretendía pelearme con una dependienta un sábado por la tarde.

–A ver, ¿qué es lo que no te gusta? – pregunta, posando sus manos en mi cintura y mirándome a través del espejo.

–La espalda y todo en general.

Llevaba un corsé negro, era bonito y tal, pero entre que por detrás era escotado y que por delante me comprimía, no me gustaba en absoluto.

–Cielo no le lo has atado bien. Tiene que estar más junto esto – dice el gallego mirando mi espalda.

–¿Más todavía?

Él me mira y asiente.

–Pues no pienso ponerme esto.

–Le has prometido a las chicas que irías iguales todas.

El plan era que esta noche, en la fiesta de Halloween de Eric, fuésemos de Las Winx, cada una con un corsé y una falda de un color, con sus respectivas alas y demás complementos. No daba miedo, pero tampoco tuvimos más ideas. Claramente a Ada, Dani y Gigi les quedaba a infarto el corsé y la falda, pero a mí, bueno, no mucho.

Niego y miro a mi novio.

–No puedo – digo triste.

–¿Quieres que te traiga otra talla? – pregunta.

Asiento.

Termina trayéndome todas las tallas habidas y por haber, pero todas tienen alguna pega. Algunas de pecho me van grandes y de cintura me aprietan, y otros son todo lo contrario.

Una lágrima brota de mi ojo y se desliza. Y después vienen más y más. Me siento en el taburete y me abrazo a mis piernas, llorando. Aprovecho un poco que Nico ha ido a devolver todos los corsés que ha cogido para nada.

–Dio – dice Nico al otro lado del probador.

Maldigo por lo bajo y me limpio las lágrimas.

–Dime – intento disimular.

Él no dice nada.

–¿Estás bien amor? – pregunta.

–Sí, sí, tranquilo. Em – suspiro –. Esperame fuera si quieres.

Murmura un nos vemos fuera y veo como se marcha por el pequeño juego que hay entre la tela y el suelo del probador.

Me termino de cambiar, intentando tranquilizarme. Intentando no llorar. He mandado un mensaje a las chicas preguntando como iban con sus disfraces, pero no he mirado si han contestado, ya que he guardado el móvil en el bolso y he salido de la tienda para ir con Nico.

Nico odiaba ir de compras, pero si le decía de venir conmigo nunca ponía pegas ni nada, en cambio en Navidad con su madre y sus hermanas no paraba de quejarse todo el tiempo y comportarse como un niño chico. El amor, supongo.

Cuando salgo lo veo apoyado en una columna mirando el móvil tranquilamente. Hemos venido a la hora de comer, ya que es la que menos frecuentada esta y así no tenía que "disfrazarse" con una gorra o unas gafas de sol para que no le reconociesen.

HABITACION 614 | Nico GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora