Nro. de palabras: 1726
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Me encontraba en mi pequeño apartamento en la ciudad. Estaba acostada viendo el techo el silencio reinaba.
Me pregunto porque estoy tan sola, ¿Acaso es imposible que alguien me ame? Si bien a lo largo de mi vida he amado a muchas personas y me he enamorado como una adolescente, pero nunca nadie me ha correspondido.
Me sentía deprimida y sola, me levanté de la cama y abrí la ventana para escuchar un poco de ruido de las personas que transitaban por las ajetreadas calles y minimizar un poco el sentimiento de soledad. Vi mi reloj y este marcaba las "08:23 a.m." a paso lento me dirigí al baño a tomar una ducha, había quedado en salir con Nicolás mi mejor amigo que había vuelto de Reino Unido después de muchos años, y aunque él no lo sabe, estoy fuertemente enamorada de él desde que éramos adolescentes, y aunque lo ame mucho, la verdad no tengo muchas ganas de que lo sepa. Después de mi historial de rechazos, no quiero sufrir por otro posible rechazo.
Cuando salí del baño me vesti con una ropa cómoda volví a ver el reloj del cuarto "08:57 a.m"
Mierda.
Nicolás y yo nos íbamos a encontrar en un café a las nueve, por suerte este queda cerca de donde vivo y puedo llegar a tiempo si corro. Tome mi bolso y mi llaves y salí de mi hogar.
Isabella: ¡Mierda! Nicolás me va a matar– dije para mis adentros mientras corría, en estos momentos odio el hecho de que nunca haya hecho ejercicio en mi vida.
Llegué al café casi sin aliento y con diez minutos de atraso. Al fondo, en una mesa al lado de la ventana lo ví, estaba viendo por la ventana con una sonrisa cerrada, pude sentir un cosquilleo en mi estómago.
¡Por Dios Isabella¡ No eres una adolescente ya, controlarte un poco por favor.
Me acerque a la mesa tratando de relajarme, pero me era casi imposible, el me gustaba desde hace ya nueve años y después de que se fuera del país por una beca no lo volví a ver desde hace cinco años, literalmente no sabía nada de él hasta que hace unas semanas me llamo para decirme que volvía a la ciudad y que tenía que contarme muchas cosas.
Isabella: Hola Nick– lo saludé llamando su atención, este volteo y me sonrió. ¡Dios! Puedo sentir mi cara poniéndose roja– perdón por la tardanza.
Nicolás: Hola Bella– me dijo por el apodo que me había puesto desde hace años. ¡Ahí te voy San Pedro!– No te preocupes, si no llegas tardes no serías tu– dijo con una pequeña risa. ¡Aguanteme que me desmayo!– siéntate, pide lo que quieras yo invito.
Me senté en frente de él al momento llego una mesera y tomo nota de lo que pedimos para ir luego a la barra a llevar nuestra orden. Mientras esperábamos, nos pusimos a hablar de nuestras vidas.
Nick: y bueno Bella has cambiado mucho, estás bellisima –dijo con un acento italiano. Mi familia es italiana y Nick me pidió hace mucho tiempo que le enseñará algunas palabras en el idioma. Desde ahí me dice bellísima en italiano.
Isabella: gracias, tu también cambiaste, estás guapísimo– ¡mierda! Se me escapó. Pude sentir como me volvía un tomate.
Nick: siempre he Sido hermoso– dijo en un tono de diva. Dios gracias por salvarme.