Indestructibles

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Nro de palabras: 2883

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Hotel Hourglass

22 de noviembre.

Tenía mi copa en mano. Vestía aquel lujoso vestido rojo. Todo el mundo estaba vestido de la misma forma elegante en aquella fiesta con temática de aquel conocido color.

Mi coleta alta le daba toque más elegante a mi persona. Mi maquillaje sencillo consistía en un delineado de gato negro con algo de sombra dorada y un labial color vino.

Al otro lado de la habitación podía ver su cara. Me había seguido con la mirada desde que llegué a la fiesta. Ninguno de los dos era lo suficientemente valiente para acercarse al otro. No después de lo que pasó.

–¿Desea otro trago?– habló el chico detrás de la barra.

Lucy: Un martini seco– le indique y el asintió para servirme mi trago.

Cuando la copa se posó delante de mí la tomé y caminé por el lugar.

Me senté en uno de los lujosos sillones del lugar para tomar de mi bebida.
Desde donde estaba podía divisarlo claramente.

Estaba con una chica morena. Esta hablaba animadamente y él se veía algo distraído. Cada diez segundos volteaba hacia mi.

– Hola, ¿Estás sola?– habló en un tono algo coqueto un chico a mi lado.

Lucy: No estoy interesada, así que te puedes ir– hablé indiferente sin quitar mi mirada de encima de los dos. No me interesaba ser amable ni delicada. Él dejó de ver a la chica morena y se volteó hacía mi nuevamente y aún así no aparté mi mirada de él– ¿A que mierda juegas, Apolo?.

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Meses atrás

19 de enero.

Corría por toda la universidad para llegar a mi clase.

Todos contemplen a Lucia Sandoval, la conocida hija del poderoso empresario Joseph Sandoval.

Mi primer día y ya llegaba tarde. Menuda cagada.

Llegué con la respiración agitada al salón abriendo la puerta estrepitosamente logrando que todos me vieran ante el alboroto.

– Señorita Sandoval, ¿Cual es su escusa?– dijo el profesor al verme.

Lucy: Como si le importara– entre importandome un rábano lo que pensarán.

– Que no se repita y por favor sea más respetuosa– trato de amenazarme.

Lucy: Si, si como diga– este tipo no podía hacerme nada y menos cuando su trabajo dependía de mi padre. No me mal interpreten. No era que me sintiera superior por esto... ¿Saben que?

No tengo porqué explicarles una mierda a ustedes.

Me senté en aquella mesa sin ver quién estaba a mi lado.

Saque mis cosas para concentrarme en la clase. O simular que lo hacía.

(…)

Estaba en la parte de aparcamiento al aire libre de la institución. Buscaba desesperadamente un cigarrillo en mi bolso. Pero. No había ninguno. Mierda. Se me acabaron los cigarrillos. Y peor. No tenía mi monedero.

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