Damiano.
—Muy bien por hoy Damiano. Has mejorado un poco.
Las luces parpadeaban cada cinco segundos. Los alrededores de la oficina del Doctor Benjamín te decían que estabas en la peor mierda.
Un pediátrico que no servía ni para media mierda. Doctores incompetentes, todo el personal está lleno de puros incompetentes. ¿Cómo es posible que un pediátrico tan reconocido por toda España sea la peor maldita mierda que exista?.
El Doctor se levanta de su silla y abre la puerta, invitándome a salir.
—Es todo por hoy Damiano. En una semana volvemos a la terapia.
Me levanto de la silla sin decir nada. Los alrededores del pediátrico siempre estaban solos. Me encontraba en la planta B. Lo que quería decir que era un posible daño para la sociedad y personas. La planta A era la menos peligrosa. Allí se encontraban personas con ansiedad, depresión, estrés post traumático. Nada del otro mundo. En la planta B se encontraban personas como yo. Aquellos que tendieron a tener escenarios traumáticos, suicidio, intento de asesinato, esquizofrénicos, bla, bla, bla. Decían que podríamos ser problemáticos a largo plazo si no somos tratados a tiempo. Y la planta C. Mi favorita. Nadie solo el personal autorizado podía pisar esas instalaciones, y claro, los dementes que estaban allí. Asesinos, psicópatas, los que sufren de demencia, y los que están tostados del coco como yo. Pero nadie sabía eso. ¿No?.
Separaban a hombres de mujeres, una planta para mujeres y otra para hombres. Pero nosotros no éramos quienes para acatar esas estúpidas normas. Cada noche hacíamos una fiesta. Más que todo cuando llegaban personas nuevas, tantos los de la planta A y B disfrutábamos de estas fiestas, claro, a excepción de los de la planta C, esos si estaban jodidos.
Camino a mí habitación. Sola como siempre, tenía un compañero pero no aguanto una noche de mi compañía. Me siento en la cama, miro por la ventana, que obviamente tiene que estar protegida por todos lados.
Todo estaba tranquilo. Siempre era así, decían que éramos como una plaga, que somos unos locos desquiciados, en cambio aquí está todo tranquilo. Me fijé más en una chica que caminaba a pasos lentos, se encontraba del otro lado de la planta, el lugar de las chicas. Iba escoltada con dos mujeres de seguridad. ¿Qué raro?, Se ve tan inofensiva, tan delgada, su cabello llegaba hasta sus muslos, un negro opaco como la noche, lacio y desordenado.
Dejé de mirarla. Y me acosté boca arriba mirando el techo de mi habitación.
¿No podían haberme llevado a otro pediátrico?, Uno que no fuera tan marginal como éste, por fuera parecía un palacio, pero por dentro era un basurero.
Suspiré.
Que maldito infierno.
Me quejé, no había nada en que divertirse. Todo era tranquilo, parecía más a un retén que un psiquiátrico. Cuando me dijeron que me traerían al psiquiátrico más importante de España pensé que habría un poco de diversión, pero esto solo dan ganas de suicidarse. Es un maldito infierno. Lo único que te divertía un poco eran las fiestas, pero a la final no eran la gran cosa, siempre me devolvía temprano.
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Llegó la noche. Un compañero me dijo que habría una fiesta, llegaron chicos nuevos y era el comienzo del fin de semana. La verdad no tenía muchas ganas, eran muy aburridas, a pesar de que siempre que regresaba, Cinthya me acompañaba. Siempre teníamos las mejores noches de placer, esa chica era una exquisitez. Una diabla. Pero lo nuestro simplemente era sexo casual. Sí, es peligrosa. Pero por algo yo también estoy aquí, ¿No?.
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Valeria Martín © [✓] [EN PROCESO]
NezařaditelnéEstos son los recuerdos de Valeria Martín. Valeria cada más se desgastaba. Nadie lo notó hasta que se vió totalmente consumida. Ellos eran don bombas, que estaban a punto de explotar. Historia de mi autoría. 31 de Julio del 2022.