𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 𝐏𝐈𝐀𝐃𝐎𝐒𝐀𝐒 │𝗦𝘁𝗲𝗳𝗮𝗻 𝗦𝗮𝗹𝘃𝗮𝘁𝗼𝗿𝗲

𝗨𝗡𝗔 𝗡𝗢 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗖𝗜𝗢́𝗡.

Julio, 1864.

Todo lo que acontece en estos días es una inmensa locura, ¿Katherine sabrá que no consiguió hipnotizarme? Tal vez no, puesto que no lo habría intentado.

Oh, diario, me he metido en un enorme problema. Mis padres tenían razón cuando me advirtieron y el día de hoy debo simular que no sé del vampirismo de Katherine, no creo resistir tanto; sé que la he de parar. Aunque no poseo conocimiento del cómo y mi confianza por Emily se ha ido en absoluto.

Todo esto empezaba a complicarse para Audrey. Todavía no podía rendirse, Damon y su hermano gustaban de Katherine y no debía dejar que eso siga así.

Miró por la ventana, todas las plantas y flores seguían ahí a excepción de la verbena, Katherine le exigió tirar toda la verbena y no quedó otra opción más que hacerlo.

Audrey, que estaba en la cocina, pensaba como detener a Katherine, pero nada venía a su mente, ella era más rápida y de alguna manera no podía hacer magia si no estaba concentrada del todo, ¿Necesitaba practicar más?

Pero había que pensarlo después, ya que los preparativos para el baile de los fundadores la estaban esperando.

—La señorita Pierce me escogió para escoltarla al baile —comentó su hermano, entrando a la cocina, tomando por sorpresa a Audrey

«Así que ya eligió a alguien»

—¡Estoy contenta por ti! —Intentó sonar emocionada, pero se escuchó muy falso y su hermano lo notó.

—¿Sucede algo con Katherine? —preguntó con suavidad.

—No —respondió de inmediato—. Solo soy una hermana protectora.

—No tienes por qué preocuparte —Se extiende una gran sonrisa en los labios de Demian—. Katherine es fantástica y de ningún modo me causaría daño.

«A excepción de la vez que se alimentó de ti» —pensó Audrey.

—Soy tu hermana, es irremediable el no preocuparme —mintió y antes de seguir con la conversación, salió de la cocina.

No podía seguir mintiéndole a su hermano, así que mejor se fue a la mansión Lockwood, donde ayudo con decorar la mesa. De alguna forma, fue relajante para Audrey, así podía olvidarse de todo lo que sucedía.

Cuando Audrey agarró un florero para ponerlo en la mesa, se encontró con Katherine. Sabía que alargaba lo inevitable, pero esperaba más tiempo para poder practicar su actuación. Eran demasiadas mentiras de tan solo unos meses.

—Un placer volver a verte, Audrey —Katherine fingió una sonrisa—. Esperaba encontrarte aquí en la noche.

Y, asimismo, le siguió el juego.

—Olvidé contarte —dijo señalando la mesa con el florero—, me propuse para ayudar con la decoración del baile, precisaba algo más que hacer y fue la ocasión para hacerlo. ¿También te postulaste?

Era la mejor forma de indagar en lo que hacía Katherine ahí y tomaría la pregunta de Audrey como curiosidad.

—Para nada —rio como si Audrey hubiera contado un chiste—. Visitaba a un amigo, nos vemos más tarde.

Besó la mejilla de Audrey, despidiéndose. Algo estaba pasando, lo sabía y Katherine supo cómo evadir la pregunta. Si tan solo pudiera... Pero, ¿Por qué no? Los Lockwood respetaban a los Moore y que Audrey se fuera sin decir más no afectaría en nada.