¿𝗧𝗥𝗘𝗚𝗨𝗔?

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Octubre, 2010.

Camino por el bosque de un pueblo cercano a Mystic Falls, la luz del día alumbra el lugar, me escondo detrás de un árbol intentando no ser vista por el grupo que se encuentra a unos metros. Escucho su conversación sobre como tomarían la sangre de algunos pueblerinos.

Me acerco con mi velocidad de vampiro a ellos, muestro una sonrisa al verlos confundidos.

—¿Por qué los vampiros aman hacer reuniones en el bosque? —Miro al grupo con una sonrisa irónica mientras saco con cuidado la estaca.

—¿Por qué te excluyes? —Uno de ellos se acerca, desconfiado de mi repentina cercanía.

Pues, al acercarme con esa velocidad es obvio que soy un vampiro.

—Porque no lo soy, no del todo y odio los encuentros en el bosque —No espero a que hablé, ya que los otros cuatro están mirándome en modo alerta.

Saco mi estaca y la lanzó con fuerza al que se encuentra, rodeándome por detrás como a un metro de distancia. Los cinco sobrantes se abalanzan sobre mí, tres de ellos son chicas y los otros dos son chicos. La chica rubia es la primera en acercarse y le rompo el cuello, podía hacerlo más fácil, pero hacerlo de a poco es divertido.

Antes de que se acercaran tomo la estaca del que ya murió de su pecho, y la entierro en el corazón del que habló conmigo, en ese mismo instante el otro chico se me acerca y saco el corazón de su pecho. Las otras dos chicas se intentan acercar a mí cuando hago el hechizo Phesmatos Capitis y entonces con la pistola les disparo. Cuando reviso que están muertos, me acerco a la chica que le rompí el cuello, me agacho lo suficiente para tomar de su muñeca y bebo de su sangre hasta que no tiene más y entonces entierro otra estaca diferente en su corazón. Dejando a todos muertos.

Al terminar de quemar los cuerpos, recibo una llamada de Stefan, seguramente tiene que ver con el único ataúd que nos quedamos que de cierta forma no pude abrir, al parecer soy tan lejana de Bonnie que como Bennet no funcionaba y mejor hablaron con su madre, así que decidí tomarme mi tiempo y volver a las riendas porque sé que Mikael hubiera querido eso.

Contesto la llamada mientras salgo del bosque.

—¿Ya rompieron el sello? —pregunto antes de que Stefan hable.

—No —responde con un poco de irritación en su voz—. Bonnie y su madre están en eso.

—¿Y por qué razón llamas? No te ayudaré en nada que no sea Klaus muerto.

—Bien, no será Klaus muerto, pero tienes que estar aquí.

Salgo del bosque, entro directo a mi auto y dejo la mochila en el asiento del copiloto.

—¿Amenazo a Elena? —pregunto, porque las brujas me dejaron a cargo de Elena.

—No. Elijah y Damon quieren intentar hacer una tregua y Elijah pidió que estuvieras ahí, supongo que querrá conocer a la única cazadora que puede matar a Klaus y no puede morir fácilmente.

Esas últimas palabras me recuerdan a Mikael, jamás fingiría una tregua, pero puede servirme para conocer mejor sus puntos débiles y deshacerme de Klaus.

—Bien, estaré allá en poco —Finalizo y escucho decir a Stefan sobre la hora antes de colgar.

Consigo llegar a la mansión dónde Klaus Mikaelson se está quedando, cuando Stefan y Damon tocaron la puerta. Damon y yo nos saludamos como si no nos hubiéramos visto hace dos días, mientras solo saludo con cortesía a Stefan.

Un hombre en traje abre la puerta, reconozco que es Elijah por la foto que llegó a mostrarme Mikael y nos mira a los tres, sonriendo cortésmente.

—Niklaus. Llegaron los invitados —avisa, haciéndose a un lado para dejarnos entrar.

𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 𝐏𝐈𝐀𝐃𝐎𝐒𝐀𝐒 │𝗦𝘁𝗲𝗳𝗮𝗻 𝗦𝗮𝗹𝘃𝗮𝘁𝗼𝗿𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora