Beginning

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- 21.08.2021 -

— Holaa.

Nada más despertar me encontré un mensaje de lo que parecía ser una cuenta de un chico algo... extraño. Me había escrito por una aplicación que prácticamente nadie usaba ya, por lo que me estaba planteando eliminarla. Sin embargo, me generó cierta curiosidad, por lo que decidí contestarle.

— Hola (?)

— ¿Que taal?

— Bien supongo. Recién levantado ... ¿y tú? — Típicas preguntas que dan sensaciones de que esto no va a acabar en nada bueno.

— Pues igual jajaja. Me he levantado un poco más temprano que tu eeh, pero bueno jajaja.

— Yo me acosté tarde así que estaba cansado jajaja.

— Te entiendo. Yo ayer salí a hacer una ruta en bici de 22 km en una hora, así que también estaba bastante agotado.

— ¿Haces rutas en bici? Vaya, eso debe ser interesante. Yo antes montaba algunas veces, pero ya hace tiempo de eso jajaja. — Bueno, al menos me entretiene un rato, pensé.

...

Continuamos hablando durante casi toda la mañana. Siendo sinceros, no parecía ser un mal chico, aunque había algunas cosas que no me terminaban de cuadrar. Seguía sin captar sus verdaderas intenciones.

...

— ¿De dónde eres? — Tras una larga charla caí en que ni siquiera le pregunté algo tan simple como esto. No es que esté buscando nada en concreto, pero como mínimo, saber cómo de lejos está el recién apodado chico misterioso.

— ¿De dónde crees tú que soy?

— Bueno, según lo poco que puedo ver de tu perfil, diría que ... ¿Madrid?

— Nope. Soy de Huelva jajaja.

— ¿En serio? Yo también soy de ahí, bueno, de un pueblo en realidad. — Supongo que sí que existen las coincidencias.

...

A lo largo de estos últimos días he ido descubriendo más cosas de él. Es un chico de casi veinte años, con unos hermosos ojos claros y una sonrisa perfecta. Le gusta el deporte y adora a Fermín, su dálmata.

De pequeño estudió en un colegio católico, cosa que me resultó extraña. No se correspondía con su opinión actual respecto a las religiosas, ni tampoco con las de sus padres, pero al parecer no podían permitirse otra cosa debido a sus bajos ingresos económicos.

Por lo que me contó y lo que yo mismo deduje, nadie de su familia tenía idea de su orientación sexual, ni mucho menos del sufrimiento que le causaron los chicos con los anteriormente había intentado mantener una relación estable.

Aunque al principio me negase a creerlo, teníamos muchas cosas en común. Cuando hablaba con él, todo era diferente, ahora tenía a una persona que me escuchaba y a la que le interesaba saber más sobre mi vida. Alguien de fuera podría verlo y pensar que estamos locos, pero si no lo han experimentado, no tienen derecho a juzgarlo.

A Year of Our LivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora