First Date

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- 23.08.2021 -

Después de haber estado dando vueltas en coche por casi todo el pueblo, decidimos que lo mejor sería ir a una zona algo más apartada.

— Sigue por esta carretera, al llegar al final, entra en los aparcamientos que hay justo enfrente. Quiero enseñarte algo.

Esta era la primera vez, en mis dieciocho años de vida, que quedaba con alguien en lo que se pudiera llamar oficialmente una cita. No sabía que decir ni cómo actuar, incluso me costaba respirar, por lo que me propuse ser un poco más atrevido y revelarle una parte de mí que poca gente conocía.

— ¿Un hotel abandonado? No sé si entiendo lo que significa esto.

— Pensé que tal vez este fuese un lugar adecuado para charlar tranquilamente. No te lo he dicho antes porque no estaba seguro de cual sería tu opinión al respecto, así que creo que es mejor que lo veas con tus propios ojos.

— Así que, eres un chico misterioso ... eso me gusta. — Comentó con una ligera sonrisa.

Me quedé unos segundos atónito por tal coincidencia. No lo sabía, pero justo ese apodo lo usé yo mismo para referirme a él anteriormente.

No quise darle más vueltas al tema y finalmente acabamos entrando. Le hice un pequeño recorrido por todo el lugar, hasta que acabamos en lo que originalmente sería una gran azotea con vistas al mar.

Las gotas de agua allí acumuladas se esparcían por todo el suelo, formando pequeños charcos en los que podíamos ver nuestros propios reflejos con la misma claridad que si de espejos se tratase.

— Vaya, esto es impresionante.

— Sí, lo es. Y no me preguntes porqué, pero por alguna razón sentí la necesidad de que conocieras esta faceta de mi personalidad. Llamame raro, pero este tipo de sitios tan alejados del agobio de estar alrededor de tantas personas, me relaja muchísimo. — Ambos nos encontrábamos contemplando el paisaje. No vi que tuviera la intención de responder, así que continué por donde lo dejé. — Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pude venir aquí. Como te habrás dado cuenta, es bastante difícil llegar sin un coche. Realmente echaba de menos esta tranquilidad.

El silencio se hizo presente de nuevo. Comenzaba a pensar que tal vez no fue una buena idea traerle aquí, sin embargo, ocurrió algo que me dejó sin palabras.

— Gracias por confiarme algo tan especial. —Dijo tímidamente, aún con su vista fija en el horizonte. — Te parecerá una locura, tal vez lo sea, pero es lo que siento. Siento que eres una persona muy parecida a mí. Lo único que has hecho mal en la vida ha sido confiar en las personas equivocadas. Entregaste todo de ti para que los demás estuvieran bien, pero cuando fuiste tú quien los necesitó, estaban demasiado ocupados como para ayudarte.

Me quedé en shock, observándolo por unos segundos. De todas las cosas que hubieran podido ocurrir, no esperaba esto en absoluto. Tras un rato intentando pensar en algo que decir, lo comprendí, entre nosotros sobraban las palabras.

Estuvimos allí arriba por bastante tiempo, comentando cualquier tontería que pasaba por nuestras mentes. Compartiendo un momento único. Las horas se convirtieron en segundos y cuando quisimos darnos cuenta, estaba casi por anochecer.

— Tal vez ... deberíamos ir volviendo. — En realidad no quería irme, estaba tan a gusto que si por mi fuese nos hubiéramos quedado toda la noche.

— Una vez más quería agradecerte por este maravilloso día, lo he disfrutado muchísimo. — Las pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos cuando sonreía, era uno de sus rasgos que más me encantaba.

Como ya era costumbre, nuestras miradas se volvieron a encontrar, atrayéndose la una a la otra. Mis manos comenzaron a sudar, sentía como mis mejillas se tornaban en un ligero tono carmesí y poco a poco comenzamos a acercar nuestros rostros.

Mi cuerpo se paralizó por completo. Sus labios rozaron los míos, acortando la poco distancia que aún nos separaba. Fue algo delicado, corto, pero intenso.

— Mierda, mierda ... ¡Mierda! Lo siento mucho de verdad, me dejé llevar y no sabía lo que hacía. No quiero que pienses que soy un interesado que sólo busca lo que busca. — Dijo mientras se alejaba lo más rápido posible, escondiendo su rostro entre sus manos y con la espalda apoyada sobre la puerta del coche.

Yo no pensaba eso sobre él. Nunca en mi vida me sentí tan cómodo con nadie. Nunca pude mostrarme tan liberal y ser como realmente me gustaría. No encontraba la manera de calmar sus nervios, así que yo también me dejé llevar. Me acerqué hacia donde estaba, y lo besé.

A Year of Our LivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora