Una semana contigo

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Los personajes no me pertenecen, son la magnifica y multimillonaria J.K.Rowling, yo sólo los tomé prestados. 

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Capitulo 1. Esposados

No era la primera vez que ambos estaban en el despacho de la jefa de Griffindor siendo reprendidos por su comportamiento pero si era la primera vez que la profesora McGonagall no se había  puesto a gritarles y a descontar puntos a Griffindor como si la vida le fuese en ello; esta vez estaba en pie tras su escritorio mirándolos fijamente con los brazos cruzados sobre el pecho.

Lily supuso que estaría repasando mentalmente los posibles castigos, vio cómo James abrió la boca para decir algo pero McGonagall lo detuvo levantando un dedo y asesinándolo con la mirada.

—    No quiero ni oírlo señor Potter.

—    Pero…

—    ¡He dicho que se calle! — gritó McGonagall golpeando la mesa con los puños cerrados.

James se cruzó de brazos ofendido y Lily suspiró resignada preguntándose qué castigo les impondrían hoy, ¿lavar la ropa de todos los estudiantes a mano? ¿ayudar a Hagrid? ¿limpiar los baños con un cepillo de dientes? ¿quitar las malas hierbas del campo de quiddich? ¿hacer de terapeutas de Mirtle?

La profesora McGonagal tomó asiento y fijó su mirada en Lily.

—    Me da igual qué le ha dicho Potter o qué hechizo le ha lanzado la señorita Evans. — McGonagall pasó la mirada de Lily a James y apretó los labios furiosa antes de volver a hablar. — No podéis comenzar una guerra en mitad del pasillo enviando a todo alumno que pasase por allí a la enfermería.

—    Pero profesora Potter…— Trató de explicar Lily siendo acallada por McGonagall enseguida.

—    ¡Me importa un rábano señorita Evans! —chilló la profesora perdiendo la compostura haciendo a Lily callarse avergonzada y frustrada.

Lily miró a James de reojo y vio como el moreno le hacía burlas, ella apretó los puños furiosa tratando de no levantarse y hundirle el puño en el rostro.

—    Ya casi he perdido la cuenta de cuántas veces os he castigado por pelear en los pasillos. — McGonagall se acarició la sien en un intento por lograr relajarse, James levantó la mano. — ¿Qué ocurre ahora Potter?

—    Dos mil ciento cincuenta y tres veces.

—    ¿Perdón? —preguntó McGonagall

—    Ese es el número de veces que nos ha castigado por discutir e intercambiar hechizos en los pasillos. —explicó James orgulloso, Lily rodó los ojos molesta y McGonagal suspiró.

—    No lo digas como si estuvieras orgulloso. —murmuró Lily furiosa

—    Es que estoy orgulloso, seguro que hemos batido el record.

—    Imbécil.

—    Amargada.

La profesora se puso en pie y golpeó la mesa con fuerza para captar la atención de los dos jóvenes.

—    ¡Se acabó! ¡No pienso permitir ni un solo insulto más en mi presencia! — Exclamó McGonagall poniéndose en pie y señalándolos con la varita.

Ambos jóvenes asintieron de mala gana. Escucharon como la puerta se abrió y se fijaron en que su profesora dibujaba una pequeña sonrisa en su cara.

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