Domingo por la tarde.

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James llegó a la sala común y la encontró medio vacía, subió las escaleras que conducían a su dormitorio y abrió la puerta de mal humor para luego cerrar de un portazo. De mala gana se tiró sobre su cama y se puso a mirar al techo, minutos después escuchó la puerta abrirse por lo que esperanzado porque fuera Lily se sentó sobre la cama.

—    Ah, eres tú. ―masculló tumbándose en la cama de nuevo.

—    Yo también me alegro de verte, prongs. ―saludó Sirius caminando hacia la cama del castaño deteniéndose frente a un cajón que contenía las pertenencias de Lily.

—    ¿Qué haces con las cosas de Evans? ―preguntó James al ver cómo Sirius cogía la caja de las cosas de Lily.

—    Llevarlas a su habitación como ella me ordenó. ―explicó Sirius caminando hacia la salida por lo que James lo siguió.

—    ¿Y por qué no ha venido ella? ―James abrió la puerta para que Sirius saliera sin problemas, el castaño cerró la puerta tras sí y siguió al pelinegro.

—    Porque Cooper se despertó y entre ella y Chang la estaban atando para evitar que fuera en tu busca. ―contó Sirius guiñándole el ojo a un par de chicas que quinto que los observaban con curiosidad. ―¿A dónde crees que vas?

Sirius se detuvo en mitad de las escaleras femeninas e impidió que James continuase subiendo, el castaño lo miró confundido e intentó subir pero el pelinegro se colocó en medio.

— Quiero subir, puedo ayudaros con la poción. ―contestó James con simpleza encogiéndose de hombros y metiendo las manos en los bolsillos.

—    De eso nada; por desgracia la poción que le di aumentó su lívido y el verte no creo que le favorezca; tendrías que oír las guarradas que está diciendo que va a hacerte.―comentó Sirius con diversión dándole una palmada al castaño en la espalda.

James chasqueó la lengua molesto, él quería ver a Lily, ¡maldita sea! Escucharon un par de gritos seguido de obscenidades que los hizo enrojecerse a los dos, segundos después vieron como Lily abandonaba su habitación y se ponía a suspirar apoyada sobre la pared. James sonrió y caminó hasta la pelirroja, Lily más concentrada en sus pensamientos no se dio cuenta de la presencia del chico hasta que éste se colocó frente a ella.

—    Evans, me prometiste que iríamos a montar en mi escoba. ―indicó James sobresaltando a la pelirroja cuyas mejillas se encendieron.

—    Potter, ¿qué haces aquí? ―preguntó Lily con nervios; escuchar las guarrerías de Charlie la había dejado trastornada y había desatado (un poco) sus hormonas. ―¡Vete! ¡Tienes que irte!

—    Yo mejor dejo esto dentro. ―comunicó Sirius entrando en la habitación de Lily con la caja, dejándolos solos.

—    Yo…mmm…también tengo que volver, tengo que arreglar el desastre que causó Black, ya nos veremos. ―habló Lily con rapidez sin mirar a James, la pelirroja se dio la vuelta dispuesta a irse pero James le impidió marcharse y la arrinconó contra la pared. ―¿¡Que crees que haces?!

—    Venga Evans, una vueltita, si lo estás deseando.―dijo James acortando la distancia entre ambos, Lily negó con la cabeza incapaz de mencionar palabra alguna. ―Entonces, decidido; nos vamos a dar una vuelta.

James tomó la mano de Lily y caminó con ella escaleras abajo; sin embargo, la pelirroja se detuvo a mitad de camino.

—    ¡No! Tengo que hacer la poción para Charlie. ―protestó Lily soltándose de James y caminando escaleras arriba, James enojado la tomó de la cintura y se la cargó sobre el hombro. ―¡Pero qué haces pervertido! ¡Suéltame!

Una semana contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora