Sábado por la mañana

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Tosió y se dio la vuelta, tenía tanta hambre…abrió los ojos lentamente y se encontró que estaba sola en la cama. ¿Y Potter? Lily se sentó en la cama y entonces lo vio, el castaño estaba durmiendo a su lado apoyado sobre la cama. ¿Qué hacía él ahí? Intentó hacer memoria, pero lo último que recordaba era haber estado hablando con Remus y que éste le dijese que tenía fiebre. Preocupada se llevó la mano a la frente y comprobó que su temperatura era normal, ¿habría estado Potter velando por ella toda la noche? Sintió un hormigueó de felicidad recorrerle cada centímetro de su cuerpo, pero enseguida descartó la idea. Potter no era el tipo de chico que se quedaba una noche en vela preocupado por el bienestar de alguien y mucho menos iba a hacer eso por ella.

Lily se acercó a él y con cuidado de no despertarlo le quitó las gafas y las colocó sobre la mesa. Visto así, James Potter no solo era guapo sino que le parecía tierno, adorable y le daban ganas de abrazarlo y no soltarlo nunca. ¡Pero qué demonios pensaba! Él era Potter, era arrogante y egocéntrico no tierno y adorable. Volvió a acercarse a él y lo contempló en silencio, a lo largo de los años sus facciones habían dejado de ser las de un niño y se había convertido en un hombre muy atractivo, por no mencionar cómo besaba. Avergonzada se llevó las manos a los labios, ¡se habían besado! ¡y le había correspondido! Pero el sentimiento de vergüenza fue rápidamente sustituido por la ira, ese chico la había besado sólo para hacerla callar. El muy desvergonzado había atentado contra sus labios, no era más que un maldito pervertido, salido, egoísta, narcisista, degenerado y lo odiaba con toda su alma.

— Odioso Potter, ojalá se te caiga el pelo y te quedes calvo.―murmuró la pelirroja abrazando la almohada, luego miró hacia James y al verlo dormir con tanta tranquilidad sonrió con malicia y comenzó a golpearlo con fuerza con la almohada.―¡Potter despierta!

—Veo que ya estás totalmente recuperada.―saludó James entre bostezos, el chico se estiró y se puso en pie bajo la atenta mirada de Lily. El castaño recogió sus gafas de la mesa y se las puso, a continuación se sentó en la cama frente a la pelirroja y le colocó la mano en la frente. ―Parece que ya no tienes fiebre.

La pelirroja sintió sus mejillas arder y le pegó un fuerte almohadazo para apartarlo de ella.

— ¿¡Que haces pervertido!?―gritó la pelirroja con furia, James suspiró consternado y se puso en pie.―Mantente bien alejado de mí.

—Ahora dices eso, pero mientras dormías no parabas de llamarme.―ante el comentario de James, la pelirroja abrió la boca escandalizada y abrazó la almohada mientras repetía una y otra vez que eso no podía ser cierto.

James sonrió con maldad, era cierto que lo había nombrado un par de veces mientras dormía aunque para su desgracia personal su nombre siempre iba acompañado de algún insulto, pero eso no tenía porque decírselo  ella.

— Eso no es cierto. ―dijo finalmente la pelirroja en voz alta.

— Sí que lo es.―canturreó James sentándose en la cama pero a una distancia prudencial de la pelirroja, no tenía ganas de que le pegase de nuevo. ―Tu subconsciente te está diciendo a gritos que me amas, deberías escucharlo.

— ¡Mi subconsciente no me está diciendo nada! ¡Y mucho menos que te quiero! ―gritó la pelirroja con furia fulminando al castaño que la admiraba divertido.

— ¡Pelirroja lo que estéis haciendo hacedlo en silencio que son las tres de la mañana! ―chilló Sirius llamándoles la atención.

— ¡No estamos haciendo nada! ¡Ni haremos nada nunca!―gritó Lily escondiendo su rostro tras la almohada para esconder su sonrojo, al cabo de unos segundos asomó la cabeza con vergüenza y miró hacia James con cara de niña buena. ―Potter, tengo hambre.

Una semana contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora