16. L A P I C E R O.

4.4K 774 61
                                    

—Y si hablamos de parafilias, existe una variedad de estas.

Natie levantaba su brazo para pedir la palabra. El maestro la quedó viendo por encima de sus lentes.

—Nos haría el favor de mencionarnos algunas, es que el tema de la clase está interesante.

"No lo hagas, Mara, no los escuches"

"¿Por qué no quieres que los escuche"

Sabia la respuesta que Haxel me iba a tender, pero quería que saliera propiamente de su boca.

"¿Recuerdas el éxtasis del misterio"

"¿Ese que siempre está presente contigo?"

"Si, si descubres lo que tengo, si indagas lo que padezco la ciencia va a destruir la filosofía que nos hemos esmerado por construir"

—Primer parafilia —se atrevía entonces el profesor a decir, respondiendo la pregunta de Natie.

—La Parafilia de las...

"No", dejé escapar un pequeño grito. Mis ojos se abrieron con rudeza, y me tiré de la cama.

¿Has tenido alguna vez un sueño que parezca sueño y pesadilla a la misma vez?

Este era uno. Parecía un sueño por que al fin iba a atreverme a hacer lo que tanto he querido hacer todos estos meses.

Pero era una pesadilla por que, si hacia dicha cosa iba a volver a perder a Haxel, iba a volver a ser esa niña apesarada que pierde su piedra color Zafiro.

—¿Qué sueño me dices que tuviste?

—Uno de mis profesores estaba a punto de darnos información sobre lo que padece Haxel.

—No eres una niña, Mara.

La voz se mi tío biológico suena irónica cuando dice esa frase.

—Lo sé, sé que Haxel padece de algo, pero trato de evitar pensarlo.

—¿Por qué?

—Por que cuando nuestro subconsciente pasa a ser consciente, caemos en las consecuencias de una realidad lógica que antes ya conocíamos pero que nos esforzábamos por ignorarla.

—¿Y que, tu no quieres caer en esa realidad? ¿No te interesa ver a Haxel desde una realidad lógica?

—Me interesa, pero hay algo que me lo impide.

—¿Qué te lo impide?

—El hecho de que me va a volver a dejar.

Por un momento me siento una gran hipócrita al decir eso.

Por que si pongo en una balanza las razones por las que no investigo a profundidad quien es Haxel mis opciones serían las siguientes:

Uno, lo atrapante que me resulta el misterio de su filosofía. Y dos, mi obsesión cerrada de que no me vuelva a abandonar.

Y pesaría más mi obsesión cerrada de que no me vuelva a abandonar.

A nadie puedo engañar: nunca he estado a la altura de Haxel.

La tarde lluviosa de ese mismo fin de semana llego a su casa con una gabardina amarilla, una sombrilla (que tiene lentejuelas) en mano y unos tacones de plataforma.

Está en pijamas de tela rala y ancha, con una camiseta blanca, y el cabello lo tiene sumamente alborotado.

Me abre la puerta y yo paso sin su autorización; me queda viendo incómodo.

—Sé que no me esperabas y que fui muy imprudente, pero también sé que las sorpresas son tu fuerte.

—Te doy la razón —se limita a decirme, cerrando la puerta. Afuera sigue cayendo un chaparrón.

Me quedo inmóvil en el mismo punto donde he estado parada desde que entré, incluso la sombrilla la sigo teniendo abierta sobre mi cabeza.

Camina a encender la chimenea, y unos segundos después nota mi extraña actitud.

—¿Qué quieres que hagamos?

—Quítate tu envoltura, Haxel —le digo, me oigo desesperada y por un momento mis mejillas cambian de color.

—Hace frio —dice Haxel, parándose por delante de mí.

A continuación, y sin su permiso, me le acerco y le rajo todo lo que lo tapa, hago trizas toda la tela que cubre su cuerpo (su camiseta blanca y su pijama rala y ancha).

Cuando queda completamente desenvuelto veo las cicatrices de las agujas que le ensarté hace una semana.

Se cruza de brazos. No se asombra ni se desespera, pero aun así siento que quiere una explicación de lo que hice.

"Esto es propio de mí, Haxel, y tampoco espero que lo entiendas"

Cojo el lapicero de tinta roja que traía en la bolsita de mi gabardina, y entonces pinto -con este- frases sobre su cuerpo.

Propiedad de Mara, se lo escribo en donde pueda (en los bíceps, en los tríceps, en las piernas, en las nalgas...)

Después satisfago mi enorme deseo de acariciarle las venas.

H a x e l  ©  [Versión censurada de 361 Grados Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora