1. Prueba de embarazo.

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La sugerencia de Cassie fue una ocurrencia del momento, una broma para explicar la horrible semana que Kon había llevado, pero tuvo sentido suficiente como para que el medio Kryptoniano se quedará sin palabras.

Tras eso sus amigos lo condujeron a la puerta de la farmacia más cercana a su hogar. Un lugar lo suficientemente lujoso como para que acudiera un Luthor y a la vez tan discreto como para que un hombre increíblemente parecido a Superman pasará desapercibido mientras buscaba pañales a las dos de la mañana.

Kon no estaba contento con la idea de entrar, la experiencia le había mostrado que una farmacia era sinónimo de problemas. No por nada la última vez que había puesto un pie en una Tim había estado intentando mantener sus órganos dentro de su cuerpo.

Tal vez dudo demasiado porque Cassie puso una mano en su hombro en un intento de apoyarlo.

—Puedo entrar yo si prefieres.

Kon la miro a los ojos sin saber cómo agradecerle, ella estaba tomando la situación con una serenidad impensable. Casi podía enamorarse de ella otra vez, claro si todo el asunto de la biología reproductiva anómala no estuviera de por medio.

—Puedo hacerlo, entro, lo compro y salgo. No más de cinco o seis minutos.

Él se lo dijo a Cassie, pero en el fondo era una afirmación para darse valor a si mismo. Dejó a sus amigos y como si se dirigiera a un peligro que pondría a prueba su vida avanzo a través de las puertas.

Kon avanzo por los corredores, sumergió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se movió por el lugar hasta el estante que había localizado con su visión de rayos x desde el exterior. Las cajas en todos azules y rosados se apilaron desde el primer estante hasta el último en una pared extrañamente intimidante. Se tomó un momento para evaluar sus opciones y después de tallar sus manos en sus pantalón tomó un par de cajas en el rango de precio más elevado.

Una para probar y una para conformar, justo como sus padres lo habían hecho cuando lo concibieron. Sus dedos temblaron un poco ante la idea, pero no soltó las cajas hasta que estubo frente al mostrador de la farmacia.

—¿Efectivo o tarjeta?

El empleado que debía tener apenas un par de años más que Kon pregunto sin perder su sonrisa mientras pasaba el código de la primer caja por el escáner.

Kon se tomó un momento para tomar su billetera y explorar su interior antes de responder. Tal como esperaba el interior seguía igual que cuando la cerró. Cinco dólares y algunas monedas, no lo suficiente para pagar las pruebas. Aguanto un suspiro frustrado y tomo la tarjeta que tanto temía usar. En un principio la tarjeta había sido para emergencias y gastos escolares, con el tiempo se había vuelto un rastreador con el que sus padres sabrían en que parte del mundo estaba en caso de que se fuera sin avisar.

Suspirando Kon inserto la tarjeta en la terminal y dígito los números de seguridad. Quería que todo fuera tan rápido como era posible y parecía el empleado entendía eso, le entregó la bolsa de papel con sus dos cajas aún antes de que recuperará su tarjeta.

—Gracias por comprar con nosotros.

—Gracias también.

Kon murmuró mientras devolvía su trajera a su billetera y está a su bolsillo.

Ya listo, salió de ahí tan rápido como le era posible a velocidad humana y cuando se encontró con sus amigos levantó levemente la bolsa de papel para mostrarles el éxito de su pequeña incursión, naturalmente no consiguió sonrisas de ninguno.

El momento fue serio para los estándares de su pequeño grupo y Kon suspiro antes de mirar a la torre que se levantaba a un par de cuadras sobre el resto de los edificios. Ya era tarde y su padre definitivamente estaría en la puerta del Penthouse esperando.

¿Los bebés no vienen del espacio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora