Prólogo

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-Te encontrare lo juro no importa cuánto me cueste, cuanto tenga que caminar o correr lo haré todo por ti.

Lo sentía ella sabía que eso era cierto lo amaba profundamente, pero eso iba a durar poco, que pasaría después, de verdad lucharían para encontrarse, sí claro que lo harían, pero y si no se encontraban que pasaría entonces, tenía miedo de perderlo pero una parte de ella no dudaba en que el la encontraría y que estarían unidos otra vez y esta vez sería para siempre.

-Lo sé, te esperare cuánto sea necesario- sonrió y le dio un beso en la frente- te amo y aunque esto termine hoy mi corazón estará contigo para la eternidad.

La miro y era cierto tal vez el destino había decidido que ellos se separaran hoy, pero se encontrarían, después de todo ella lo había cambiado y ahora no se imaginaba sin ella, su mundo entero era estar a su lado y su corazón sabría quién sería.

-Te amo, sé que no fue la relación más normal y me hubiera encantado haberte cortejado más y haber tomado el té y sin duda hubiera amado verte vestida de blanco, pero después de todo no me arrepiento de nada y aunque me separen de ti y te lleven lejos iré hasta allá, lo juro- tomo sus manos y le dio un beso.

-Lo sé, pero si no me encuentras quiero que seas feliz no importa cómo...

-No, no lo digas tu eres y siempre serás la única, sé que el plan de escapar no fue el mejor tal vez hablar con tu padre habría sido lo ideal, pero escúchame tu eres mi todo y lo que hice fue por tenerte entre mis brazos lo más rápido ahora sé que fue una tontería.

- ¿Tontería? Eso jamás nunca en mi vida me he sentido como cuando estoy contigo te amo, te amo- le beso toda la cara y el a ella, podía ver una lágrima en sus hermosos ojos azules el llorando era la cosa más bella en la humanidad, era el hombre más fuerte y ahora lloraba por ella una simple mujer enamorada.

Una luz se prendió detrás, tomo su gran vestido rosa y escondió a su amado detrás del balcón.

-Señorita... ¿Está usted ahí?, su padre me ha dicho que prepare sus cosas para su viaje, la carroza llegara muy temprano.

-Sí, sólo un momento aún no decido que llevarme, mis vestidos son muy grandes para llevarlos todos no crees- dijo abriendo las puertas del balcón para acercarse a su doncella.

-Tiene razón, hablare con su madre, pero después de todo sí se encuentra un buen marido no deberá preocuparse por estos vestidos, por que podrá comprar muchos más- se apresuró a decir antes de salir de la habitación, y así ella pudo volver con él.

Jamás te olvidare me entiendes, juro que voy a encontrarte, te llevaría en este instante, pero me matarían en el momento - dijo con una voz algo quebrada.

-Yo jamás te olvidare- dijo dejando salir las lágrimas que había logrado contener- y no podré estar con nadie más nunca, eres y siempre serás el único.

-Te amo.

-Señorita- se abrió la puerta y la misma doncella se acercaba al balcón.

-Te encontrare y recuerda úsalos sé que te da miedo pero siempre podrás defenderte con ellos no dejes que nadie te diga que son una maldición, porque yo sé que son la bendición más grande del mundo y que con ellos hechizarás a cualquiera como lo hiciste conmigo, te amo y usa tus ojos- le dio su último beso fue casto, corto pero con eso ella supo que regresaría por ella, lo vio correr y esconderse tras los arbustos era cierto que no la podía llevar, el controlaba su poder bien pero ella no, ese maldito poder era lo que los separaba, el jamás lo veía como algo malo pero deseaba que fueran normales, que el fuera rico y con una buena posición a su padre no le importaba por que no podía verlo más que como un pecador por esos ojos que su hija también poseía, lo miro correr vio que un soldado cayo a sus pies después de dedicarle una mirada.

La volteo a ver y le dio una última sonrisa, era imposible no notar como sus ojos dejaban salir unas cuantas lágrimas, lo siguió con la mirada hasta que la obscuridad cubrió todo.


El pasado de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora