CAPÍTULO 1

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EL ENCUENTRO.

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DANELLE.

Washington DC, Estados Unidos.

—¡Danelle! —oigo gritar a Lauren, mi vecina de cuarto.

Detengo el movimiento de mis manos que estrujaba aquella prenda de vestir contra el lavado. Cruzo el umbral de la puerta que me lleva a la gran sala de estar, donde está ella al lado del teléfono fijo.

—Es para ti. —Me limpié las manos con el delantal antes de recibir el teléfono y enrollé el cable en la punta de mi dedo índice—, de la guardería de Aliah.

Entrecierro los ojos asustada. Es la primera vez que recibo una llamada de la guardería. ¿Pasará algo?

—¿De la guardería? —le pregunto tapando la bocina.

—Sí. —Hace señas para que ponga el teléfono en altavoz.

Entorno los ojos y presiono el botón de altavoces.

—Buenas tardes, habla Danelle Clark. ¿A qué se debe la llamada? —contesto un poco alarmada—. ¿Le sucedió algo a mi hija?

—Buenas tardes, señora Clark —responde la voz al otro lado de la línea—. Soy la directora del GPMC. La presente llamada es para informarle que su hija, Aliah, agredió a una de sus compañeras.

—¡¿Qué Aliah qué?! —digerí la información dada. «Imposible». ¿Aliah agredir a una de sus compañeras? Niego repetidamente—. Debe ser un error —afirmo.

Miro a Lauren, quien también está confundida.

—Le aseguro que no, señora Danelle —reconozco la voz de la maestra de Aliah—, incluso es la tercera vez en el transcurso del día que se ha portado agresiva con sus compañeros. Le recuerdo que esto es una guardería de renombre de alta clase, dado tal comportamiento nos vemos obligados a avisar a los acudientes y tomar medidas drásticas.

Tanto Lauren como yo fruncimos el ceño.

—Me parece demasiado raro —digo con un dejo de dudas. No puedo permitir que me expulsen a Aliah de la guardería. Es la mejor de la ciudad y trabajé mucho para pagar la inscripción de ese lugar—. ¿Están seguras de que fue mi hija? Tal vez... sea otra compañera y está confundida, maestra.

—Nuevamente, le digo que no, señora Clark. Por eso el motivo de esta llamada es para avisarle que se presente personalmente y se reúna con nosotras.

—Está bien —respondo—, en media hora estaré allá. Gracias por comunicarse conmigo.

—Para eso estamos. La esperamos pronto.

Cuelgo la llamada y acomodo el teléfono en su soporte.

—La maestra y la directora están equivocadas —comenta—. ¿Aliah peleándose con sus compañeras? ¡Pero si mi pequeña es un angelito. Algo no está bien.

Lo sé perfectamente. Mi hija no es así. Y eso me preocupa.

—¿Está así por lo de mi papá? ¿Será que logró ver lo de aquel día…?
—Empiezo a sacar conclusiones.

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