Amigos #2

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Espero que les guste~

Almorzaron y se quedaron hasta un poco más allá de la hora de cierre a petición del dueño, quien fue rápido en cerrar apenas los clientes se fueron. Dejaron a MK sentado en una de las sillas, comiendo helado como postre que el de anteojos le había ido a conseguir y usando el celular de su papá con unos auriculares, aprovechando el momento para hablar.

-¿Quién eres y qué intenciones tienes con el chico?- Pigsy se cruzó de brazos, frunciendo el ceño, desconfiado del extraño que ahora se hacía llamar "papá" de niño.

-Lo estoy cuidando, quiero que este feliz y seguro- hablo con tono sincero, sintiéndose extraño al hacerlo. Era manipulador pero ser sincero con el niño era mucho más fácil. -Supongo que estas molesto porque te gane, enano- una lenta sonrisa burlona se dibujo en su rostro, mostrando sus colmillos, triunfante al ver la mala cara ajena. Le gustaba molestar a los otros.

-¡¿A quien llamas enano, maldito bastado?!- gruñó con la cara roja por el enojo antes aquellas palabras.

-Pigsy, tranquilo- Tang apoyo sus manos en los hombros ajenos, sonriendo con nerviosismo.

-¡No voy a calmarme!- bufo. -¡Eres un...!- se detuvo en seco, mirando fijamente al hombre de pelo negro, un rumor que había escuchado entre demonios viniendo a su mente de repente. -Eres Six-ear Macaque- la sonrisa en el rostro del mencionado solo se agrando.

-Veo que aun tengo una buena reputación- aprovechando que el pequeño lugar estaba cerrado y no había ventanas que dieran para el frente, dejo caer su glamour, satisfecho ante el jadeo del par. -Hola~- el humano trago en seco, mientras el demonio se cruzó de brazos.

-Eres un mentiroso y un manipulador...- Pigsy había escuchado todo los rumores que venían con el nombre ajeno y todos decían lo mismo, por no agregar que era aterrador y hasta sádico.

-¡Pigsy!- los ojos del hombre se abrieron con horror, viendo de reojo como el ceño de mono se empezaba a fruncir.

-...¿Como se que eres sincero?- ignoro a su amigo sentado a su lado, su atención y vista pegadas en quien estaba sentado enfrente. -¿Cómo se que no estas utilizando a MK?-

-No lo estoy- apoyo sus brazos sobre la mesa que lo separaba del par, molesto ante la pregunta. -Matare a quien intente lastimar a ese niño- gruñó con voz profunda y seria, su pelaje erizandose ligeramente y con un aura peligrosa a su alrededor que sólo parecía crecer a medida que pasaban los segundos. Pigsy y Macaque se mriaron entre ellos, serios y tiesos, el primero analizando al segundo, mientras que el pobre Tang estaba sudando con miedo en su lugar.

-Y te ayudaré a esconder el cuerpo si lo necesitas- contestó después de unos segundos, relajandose ligeramente en su lugar.

-¡No lo digas así!- el humano estaba escandalizado ante la expresión del demonio.

-Es la verdad- miro al mono a los ojos, serio. -Haré lo que pueda para proteger ese niño- sonaba seguro de sus palabras. Macaque lo miró, analizándolo, para después hecharse hacia atrás para apoyar su espalda en el respaldo de la silla en la que estaba, moviendo lentamente su cola. Tarareo, pensativo, viendo al demonio cerdo que no parecía arrepentirse por lo que había hecho.

-Me agradas, enano~- sonrió con diversión, más relajado ahora.

-Deja de llamarme así- bufo bruscamente. -No confío en ti...- miro de reojo al niño distraído por el helado y pos videos. Se veía bien, saludable y limpio, con el cabello ligeramente cortado y una especie de cinta alrededor de la cabeza para mantener el cabello fuera de sus ojos, con ropa nueva y limpia que era a su medida, zapatos nuevos y una sonrisa mucho más grande de lo que recordaba, aunque el mayor cambio que llamó su atención fue la voz. El niño que lo visitaba a veces, con una sonrisa en su pálido rostro y que nunca decía nada pero que ahora hablaba con entusiasmo y de todo lo que podía. -...pero no debes ser tan malo- en especial si el niño estaba bien y hablaba de su nuevo "papá" con tanta felicidad.

-¿Podremos verlo...otra vez?- ambos se giraron a ver a Tang, quien parecía nervioso e incómodo.

-Claro, lo traeré cuando pueda...- noto como el par se animaba ante eso. -...quizas incluso puedan ser las niñeras si los necesito- le vendría bien tener quien cuidara a su hijo si algo surgía.

-Lo haremos, cuando quieras- asintieron, contentos con eso. Ellos solo querían volver a ver al niño después de ese día, solo querían ser parte de su vida como pudieran.

-Papá...- MK se acercó a los adultos, dejando el teléfono con los auriculares en la mesa junto al pote vacío de helado. -...papá...- se apoyo contra el costado ajeno, adormilado.

-Oh, es hora de la siesta~- sonrió suavemente, pasando su mano por el cabello castaño, cálido por dentro al ver que su hijo se apoyaba en el toque.

-Nooooo, no quiero siesta- se quejo, enterrando su rostro contra el costado del mayor.

-La necesitas, Kid- bufo, divertido.

-Noooooo- restrego su rostro ligeramente contra la ropa oscura, confortado por el aroma que se había vuelto tan familiar a estas alturas.

-Necesitas dormir- como prueba de sus palabras, MK bostezo ampliamente, luchando para mantener los ojos abiertos.

-¿Abrazos?- murmuró, suplicante.

-Los que quieras- acepto con facilidad, levantándose y deslizando sus manos po debajo de los brazos ajenos para alzarlo, sintiendo como su hijo se apoyaba rápidamente en su hombro.  -Está muy mimado~- comentó en tono burlón, sonriendo al escuchar una suave queja que no pudo entender, el niño arrastraba mucho las palabras cuando estaba somnoliento. Tomó su teléfono de la mesa, extendiendolo hacía el demonio cerdo, quien parpadeo con confusión. -Número, enano-

-Te odio- gruño, tomando el teléfono para ingresar su número, mientras que Macaque tomó los auriculares para guardarlo en su bolsillo y haciendo un gesto, un portal oscuro apareciendo frente a él.

-¡Impresionante!- jadeo Tang con asombro. Macaque solo tarareo y acomodo ligeramente a su hijo, sintiendolo acomodarse y escuchándolo murmurar. Suspiro con diversión, ese niño no quería una siesta pero ya estaba dormido mucho antes de llegar a ala cama.

-Toma...- el chef devolvió el aparato al mono, quien lo agarro con una sonrisa burlona. -...y vete al infierno- agregó con el ceño fruncido.

-He estado allí, es hermoso en esta temporada~- rio ante el ceño fruncido que se ganó con su comentario. -Adiós~- y atravesó el portal, el cual se cerró apenas llegó a su destino. Dejo escapar un largo suspiro al volver a estar en dentro de su hogar, dejando sus cosas sobre la mesa más cercana y yendo para su dormitorio. Él también necesitaba una siesta.

Papa MacaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora