°capítulo 10°

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Beomgyu estaba devastado, no podía dejar de llorar. Todo el tiempo estaba llorando, pero nunca estuvo sólo, yeonjun siempre estuvo con el en todo momento.

28 de febrero de 1851


Debido a que la señora murió el rey tuvo que salir para avisar a todos para que asistieran a su funeral. Así que yeonjun podía pasar todo el tiempo que quisiese en el castillo, el rey regresaría en dos meses, el tiempo suficiente para que yeonjun pudiera consolar a beomgyu.

—Ya, tranquilo. Todo va a estar bien. —Dijo yeonjun mientras abrazaba a beomgyu. El pelinegro no había dejado de llorar, y dudo mucho que deje de llorar pronto.

La pérdida de su madre fue muy dolorosa, hasta para yeonjun que no la conoció mucho tiempo, y se lamentaba por eso. Sin duda esa mujer fue una gran persona y era una lástima ya no poder verla nunca más.

—Cuándo llega el rey? —Preguntó yeonjun.

—En dos meses. —Respondio beomgyu entre sollozos.

—Bien, me quedaré aquí en todo ese tiempo. Así tú no estaras sólo en ningún momento y no intentaras hacer algo loco. —Dijo yeonjun.

—Qué dices?! —Pregunto beomgyu de manera exaltada.

—Lo que escuchaste. —Respondió yeonjun.

—Estas loco. No harás eso. —Dijo beomgyu.

—Por qué no?, no va a haber nadie, no te dejaré sólo. Prometí nunca hacerlo y tengo que cumplirlo, pase lo que pase, además le dije a ella que siempre estaré para ti. —Dijo yeonjun.

—Porque no, no es seguro para ti. No quiero que te pase algo, ¿que tal si llega un caballero y nos ve? —Dijo beomgyu.

—Pues me haré responsable de todo. Ya he tomado la decisión, tomando en cuenta todos los pros y contras. Lo que suceda después será mi responsabilidad y sólo mía. —Respondió yeonjun.

Beomgyu tenía miedo, pero a su miedo le ganaba las ganas de estar con el castaño, era lo último que me quedaba. Claro, tenía a su padre pero era el rey, mucho tiempo para él no tenía, y dudaba mucho de que él realmente lo quiera, nunca lo ha tratado como su hijo o tan siquiera con cariño.

La vida como hijo del rey era difícil, tener que, Seguir órdenes muy tontas como ser extremadamente educado, que realmente no era tan malo o también el casi nunca salir o si lo llegase a hacer no podría ser tan lejos, tal vez unos 20 metros como mucho. Sí, su estilo de vida era una basura. Pero estaba consiente de que había gente que la pasaba aún peor, como su novio quien tenía poco y daba mucho y no se quejaba ni esperaba nada acambio. Sin dudas es castaño era mucho para este planeta.

—Te amo. —Dijo beomgyu acurrucandose cerca del otro chico.

—Yo igual. —Respondió el otro chico.

Ambos se quedaron dormidos, beomgyu deseaba despertar y darse cuenta que todo era un sueño. Pero no iba a ser así.

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20 de marzo de 1851


—Buenos días bello durmiente. —Dijo yeonjun al percatarse de que beomgyu ya había despertado.

—Buenos días... Qué hora es? —Pregunto beomgyu todo adormilado.

—Son las... 9 de la mañana. —Respondió yeonjun después de haber visto su reloj de bolsillo.

—Ouh, creí era más tarde. —Se quejó beomgyu.

—Por qué eso te pone triste? —Pregunto yeonjun.

—No quiero estar despierto. No quiero vivir en un lugar sin que ella este conmigo. —Respondió el chico mientras miraba a la nada.

—Gyu... ya hemos hablado de esto. Tienes que seguir con tú vida, como todos. Así lo quiera ella. —Dijo yeonjun en un intento de consolación.

—Da igual. —Dijo duras penas el pobre chico.

—Mejor ven, vamos a dejarle flores. —Dijo yeonjun jalando de la mano del pelinegro que aún estaba medio dormido.

Los dos jóvenes chicos estuvieron un largo rato en aquel árbol donde vieron por última vez a esa gran señora con un corazón enorme.

Pasaron ya un mes y medio, lo que significa que el padre de beomgyu volvería en cualquier momento.

—Creo ya deberías irte. —Dijo beomgyu rompiendo aquel silencio entre ambos chicos.

—No quiero. —Respondió yeonjun.

—Por qué no?, esto podría ser peligroso para ti. —Respondió beomgyu.

—Y?, de verdad crees que te dejaré sólo ahora? Estas loco. —Dijo yeonjun.

—Per —fue interrumpido.

—Pero nada. Todo va a estar bien, lo prometo. —Dijo yeonjun mirándolo a los ojos regalandole una gran sonrisa, con ella mostrando confianza.

—Bueno... —Fue lo único que dijo beomgyu, aún no tan convencido de lo que el castaño había decidido.

Ya estaban dentro del Castillo, y como ya les era costumbre estaban jugando en la cama del Príncipe. Yeonjun intentaba darle pequeños y cortos besitos a beomgyu por toda su cara he incluso alguno en sus labios pero beomgyu se negaba, se movía o volteaba para que este no pudiera hacer nada.

—Andaaa, déjame darte besos. —Se quejó yeonjun.

—No, no quiero. —Respondió boemgyu divertido.

—A no? —Pregunto el castaño.

—No. —Respondió.

—Entonces no me queda de otra... —Dijo yeonjun fingiendo tristeza para luego subirse arriba del otro chico y hacerle cosquillas sin piedad, haciendo que el contrario riera a montones con unos cuantos "basta, me haré pipi" entre risas, luego de un pequeño rato el castaño se detuvo, dejando respirar al de cuerpo pequeño.

Yeonjun de verdad amaba la risa de beomgyu, es el único sonido el cual podría estar escuchando todo el día y jamás se cansaria de escucharlo. Su risa era ruidosa, pero no molesta y cuando sonría sus dientes y labios se veían muy lindos, sin duda yeonjun podría pasar toda su vida viendo esa sonrisa sin cansarse.

—No quiero que esto acabe. —Dijo beomgyu.

—Yo también. —Dijo el otro chico.

Antes de darse cuenta ya había caído la noche, dejando ver las hermosas estrellas, las cuales decoraban el hermano cielo color azul oscuro. Una de las mejores vistas que jamás podrían dejar de ver.

—Que mal por los que no pueden ver. —Dijo beomgyu derrepente.

—Por qué? —Preguntó yeonjun curioso.

—Porque no podrán ver esto jamás. —Dijo mirando al cielo. —Esto, es tan hermoso. Que si yo no pudiera ver estaría celoso de los que si pueden. —Término por decir beomgyu.

—Entiendo. Yo también estaría celoso. —Dijo yeonjun.

—Y tú por qué? —Pregunto beomgyu.

—Porque no podría ver los hermoso que eres. —Respondió yeonjun mirando a beomgyu.

—Qué dices? —Dijo beomgyu ahora con un tono carmesí en las mejillas mientras negaba con la cabeza.

—Digo la verdad. —Dijo yeonjun sonriendo.

—Bobo. —Fue lo único que dijo el más bajito.

Ambos se quedaron viendo el hermoso cielo, apreciando la belleza del planeta. Sin duda eso era lo más bonito del universo, y seguramente lo seguiría siendo por muchos más años.

The Butterfly Palace ʚĭɞDonde viven las historias. Descúbrelo ahora