re: piénsalo

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al principio siempre lo niego y quiero delimitar una galaxia, no sé regularme, siempre me arrepiento, pero me arrepentiría más de nunca haber hecho más, o menos, que diferencia hay si la ventisca frígida será exacta.

sueño con que me abrazas, con que me besas y me eliges para luego despabilar, mis ojos arden pero mi mente ya no es difusa, te miro de reojo con esas sombras amarillas, cafés y medio rojizas, es cómo magia. mientras ando a hurtadillas solo pienso en que no eres para tanto: esos lunares manchando tu rostro parecen inexactos, tu voz meliflua es apacible, me gustaría poder hacer algo más que solo pensar en cosas dulces pero luego ríes y mi corazón hace boom, boom. mis entrañas tiemblan.

tu ubicuidad es sórdida en noches plentas de vaciedades, la omnipresencia de tu ser en mi psique es tan embragiadora, alucinador, woaw, lo que daría por retenerte aquí, pero, eres tan imperfecto, eso es lo que he presenciado.

tu altura es normal, uno setenta, es probable que sea menos. tu cuerpo ha sido espiado por mí en tus sesiones de natación, es firme mientras que tu nariz es demasiado grande, tus ojos negros son ígneos por lo que no podrían derretirme al primer vistazo, tus labios son tan delgados que seguramente no podrían besar bien, tus manos imponentes no serían capaces de tomarme de la cintura mientras las guío más abajo del vientre porqué eres tan puro, eres tan imbécil.

me gustas un poco menos.

esas son puras falacias. la música me lo recalca, tu nombre lleno de corazones reposando en el rincón de mi cuarto, el lápiz ahora medio mordido que tiraste en el pasillo, la página rayada en mi escritorio y tu foto impresa en mí lo niegan, es una mierda, pero la realidad es que ya no me gustas, llevo un tiempo queriendo intimar contigo. yo estoy obsesionada, quisiera bailar una eternidad contigo.

¿recuerdas que era una niña genio?
fue por eso que entablamos conversación por primera vez. en una oficina blanca, inmaculada, también eras un niño genio pero tenías todos tus tornillos puestos.

mi falda llegaba hasta la rodilla, almidonada, con las uñas carcomidas y una coleta ajustada, mis ojos iban de un extremo a otro mientras balanceaba el peso de un pie al inverso. y tú te veías tan adusto, tan distinto. éramos lo mismo, pero tú parecías enfocado y yo ya pensaba más en la muerte que en los estudios.

estrechamos la mano, y ahí conocí a tu hermano, con mi broquel ante su galantería pensé que el podría caer por mí, era tan ilusa. se rompió. sino eras tú, sería él. porqué eran iguales, tan inteligentes, caballerosos e alcanzables.

las sonrisas no pararon e incluso me sentí importante hasta que otras chicas llegaron. eran tan bonitas, eran tan listas, me cohibí y tú entornaste los ojos cuándo eso pasó, no podía competir, yo solo te quería para mí deleite. pero nunca te lo dije de frente, solo por escritos, solo por pensamientos que esperaba te alcanzarán, pero nunca lo hicieron.

te despeinaron y yo apreté los puños, cómo bruta sin conocer cómo son las relaciones interpersonales conocí los celos. fui al baño, mi único lugar seguro. al salir estabas ahí parado, recto, imponente, ¿esperando por mí?

alzaste la mano y sonreíste levemente, traías mi mochila de lado, pero evité tus manos, y tus ojos. mi ritmo cardíaco en la boca de la laringe a punto de derramarse por las fosas nasales ahora congestionadas, tus pasos tras los míos, nunca íbamos sincronizados, nunca. pero me sentía tan triunfal cuando te preocupabas por mí, ¿eso sí fue real, cierto?

a la salida nos reunimos de nuevo, hablabas y hablabas mirándome con suplicio, me inconmodabas, eras tan consciente de mí, pero solo en la masa. te fuiste y no volteaste ni una vez, pero tu hermano sí, me regaló esperanza y me acarició los cabellos, los lóbulos y hasta rozó mi alma. me sentí querida.

pero nunca fue suficiente.

siempre me sentí como la suplente, cómo tú personaje secundario, ¿por qué les dedicabas sonrisas a otras? ¿por qué dejabas de que te tocarán y a mí nunca me dejaste?

estoy llena de reproches, y cada uno de ellos los mereces, porque me hiciste así, me hiciste mendigar por tu amor, me exprimiste hasta no dejar ni una gota de pasión.

pero no fuiste el único.

eres el que más me duele.

psique oligrofénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora