mejores amigas

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sus cabellos rubios eran brillantes y fulgurantes, adornaban su piel de porcelana fría con pecas claras, y su gran sonrisa enternecedora.

era tan bonita, tan ruidosa y enérgica. yo era su muñeca preferida y por eso me sentía especial, todos me empezaban a mirar, era tan popular, ¿era la felicidad tan alcanzable?

me advirtieron sólo me estaba usando, pero eso no importaba, por qué yo la quería más que a nadie, incluso más que a él. ella se volvió mi centro del universo.

comencé a saltarme clases por ella, a pintarme las uñas a escondidas con ella, a subirme la falda y abrir los botones de la camisa planchada mientras aplicabamos gloss una a la otra. comíamos juntas siempre, y me acompañaba al baño. escrudiñabamos al chico que le gustaba y hacíamos pijamadas. éramos mejores amigas.

cuándo peleábamos yo iba llorosa a sus brazos, ella acariciaba mis cabellos y con su lengua ponzoñosa decía que no me haría lo mismo que las demás, que ella si me quería, que me apreciaba.

pero me criticaba, toda yo la asqueaba, hasta parecía que la hubiera dañado. aún así lo soportaba. incluso cuando yo era más ruidosa que ella, más enérgica y bromista, disimulaba sus celos tirándome a un lado o haciendo burla de mí, yo lo dejaba pasar, esa era su muestra de afecto.

el bigbang comenzó cuando los chicos hicieron listas, listas inofensivas de papel arrancado con cuadrícula.

del uno al veinte, todas estábamos ahí. pero yo iba primero. era la más bonita y la más deseable en sus cabezas hormonales, no le dí importancia pues nunca me había sentido bonita y eso me parecía una tontería. mis amigas no pensaron así. menos ella. se empezaron a alejar.

sería una mentira si dijera que no quería verme atractiva, pero realmente no me esforzaba. sólo pasaba. yo estaba metida como ratón de biblioteca en mis libros y música.

empeoró cuando vieron mis cicatrices en la piscina, como engranajes trabados ladearon la cabeza, viéndose entre ellas sin saber que decir, hasta que su sonrisa tierna se tornó por primera vez en una violenta zancada de burlonería. yo no era perfecta como aparentaba. y ella lo engulló satisfecha.

cuándo me dejaron sola de nuevo me deshicieron, cómo las articulaciones viejas en días de lluvia, como el hecatombe desatado por prometeo que lo llevo a su penitencia eterna, como el peso del globo terráqueo en la espalda de atlas, como el agua que nunca toco la garganta de tántalo. fueron tan crueles.

no puedo estar en el patio sin notar que murmullan sobre mí me dicen que soy ingenua, desesperada, apasionada sin razocinio, que busco amor sin  escrúpulos.

estoy rota, estoy descompuesta.

y la historia se repite.

mis ojos se apagan.

mis amigas no están, nunca lo han hecho, se desvanecen tan fácilmente, se ríen enfrente de mí de mi suplicio, me encaran lo idiota que me veo al estar sola, lo débil y tonta que en realidad soy. y yo les creo. porque nunca me han tratado con cariño, ni con amor, nunca me han cobijado ni ensañado ha ser fuerte, solo a reprimirme.

me desbordaba en los pasillos a hurtadillas, y una vez hasta lloré en el patio, siempre sola, siempre. hasta que ya no porqué me quedé seca.

hubiera preferido quedarme así, pero ellos vinieron, a consolarme, solo querían  probarme.

tu hermano fue el más discreto, el menos primitivo. se lo concedí, nos besamos, ahí, en medio de media escuela, pero que más daba, era cálido y yo me moría de hipotermia.

psique oligrofénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora