Primer Capítulo.

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Todos hemos atravesado por aquella etapa conocida como la infancia, una época en donde todo debería ser de puras alegrías y juegos. Una época en donde el pequeño crece en un ambiente sano y lleno del amor y cariño de sus padres.

Ese niño, en este agradable e ideal ambiente, podría desarrollarse de la mejor manera y lo más importante, se convertiría en una persona feliz.

Lamentablemente, esta vivencia perfecta de la infancia, es algo que no todos pueden tener. Al contrario, varios desafortunados pasan este periodo de vida tan fundamental lleno de odio, desprecio y tristeza. Estos pequeños desamparados... están solos, sin tener la fortuna de poder sentir ni una pizca del amor de un padre o una madre.

El pobre pequeño, ni por sus mejores intentos de olvidar su horrible vivencia, saldría impune de esa infancia cruel. Alguna secuela le iba a quedar para siempre, podría ir de algún tic, a acciones que repetiría en sus momentos de crisis, como el de morderse las uñas, mover las piernas sin cesar. Hay muchísimas señales.

Desafortunadamente, Kawaki tuvo que vivir, o más bien, padecer, la segunda situación.

Su infancia fue una completa y tormentosa tortura, literalmente hablando...

Desde que tenía memoria, que fue a partir de los cuatro años, lo único que recordaba eran los maltratos que vivía cada día y noche, por parte de su padre, quien era un hombre viejo y horrible y su única acción favorita, era el de beber la mayor cantidad de alcohol que pudiera permitirle su cuerpo. Esto provocó que Kawaki, desde tan temprana edad, ya deseara que el hígado de su padre fallará y tuviera una muerte lenta y dolorosa. Lo merecía después de todo. Además, ¿No sería ese un buen castigo para él? Que su acción favorita lo matará.

"Viejo decrépito... ¿Cuánto tiempo más falta para que te mueras...?" Pensaba el pequeño viendo a su padre roncando en el piso. Otra vez se había excedido con la bebida, y Kawaki sabía que cuando despertara iba a tener una buena sesión de insultos.

¡Este era su imperdible y maravilloso momento padre e hijo!

El pelinegro vivía encerrado en su casa. Su padre, aunque se viera de lejos que lo odiaba muchísimo, no le dejaba apartarse de su lado. Seguramente era porque sin su hijo se quedaría en una inminente y merecida soledad.

Kawaki intentó escapar varias veces de su 'cálido' hogar, claro está. Quería salir de ahí, ya no soportaba tantos golpes, tantos insultos inmerecidos hacia él. Su deseo desesperado de escapar era entendible, nadie podría soportar todo eso por tantos días.

Siempre que intentaba huir era descubierto, y recibía los peores castigos. Había llegado hasta el punto de que, por días, Kawaki solo se quedaba estático en su sitio, intentando pasar desapercibido por su padre y tener al menos un par de horas en tranquilidad. A veces esto le funcionaba, solo cuando el mayor estuviese con litros de alcohol en sangre.

Kawaki llegó hasta tal punto de cansancio, que consideró el suicidio como un caminó a la 'libertad' que ansiaba experimentar alguna vez en su lamentable vida. Pero antes de que llegase a tener la mínima oportunidad de hacerse daño a sí mismo, sucedió algo que, alguna vez, llegó a desear tan desesperadamente.

Finalmente, Kawaki saldría de la situación cruel en la que estaba... Para irse a una peor... ¡Esto era increíble! ¿Acaso su vida estaba destinada al puro sufrimiento?

"Ese maldito por fin se deshizo de mí. Me vendió por unas botellas caras... ¡¿Eso es todo lo que valgo?!" Pensó enojado mientras escuchaba, desde el exterior de la morada, como alguien llamaba por él, para llevárselo consigo.

Quien lo llevó a su nuevo tormento fue otro hombre, se llamaba Jigen. Él era más joven que su padre, pero... Parecía muchísimo más espeluznante y aterrador, no tenía una apariencia agradable.

Primeras Experiencias | KawanaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora