II

42 7 0
                                    

Esta noche no hay luna. Yo sé que esto va mal.
Esta mañana, cuando me arriesgué a salir con precaución, Emilio Núñez me miró con un fulgor extraño en los ojos; Se habría dicho que temía o que tenía deseos de matarme. Había además siete u ocho personas que hablaban de mí en voz baja, con las cabezas muy juntas; tenían miedo de que yo las viera. Todas las que he encontrado hoy eran como estas. La más feroz de todas mostró los dientes al reírse mientras me miraba, lo que me hizo estremecerme de pies a cabeza, porque ahora se que sus maquinaciones están a punto.
No obstante, continué mi camino sin miedo. Ante mí había un grupo de niños que discutían también sobre mi persona, sus miradas tenían el mismo fulgor que la de Emilio Núñez y en sus rostros había la misma palidez de acero. Me pregunté qué clase de odio podían tener los niños contra mí, para obrar también de esta manera. No pudiendo contenerme, grité : <<¡Díganmelo!>>, pero ellos huyeron. No habrían huido si no tuvieran nada que ocultar.
He reflexionado ¿Que razones tiene Emilio Núñez y los hombres de la calle para detestarme? Hace veinte años di un pisotón por error a un viejo libro de cuentas del señor Gu Chiu, lo que produjo gran contrariedad.
Aunque Emilio no conoce al señor Gu, ha debido oír hablar de este asunto y quiere sacar la cara por él; por ello se ha puesto de acuerdo contra mí, con los hombres de la calle. ¿Pero por qué los niños? Cuando ocurrió este incidente ni siquiera habían nacido; entonces ¿por que me han mirado con ese aire extraño que revelaba miedo o deseo de matar? Todo esto me espanta, me intriga y me desconsuela.
¡Ahora lo comprendo! Han sabido el asunto por sus padres.

Diario de un loco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora