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Kagami y Adrien peleaban como parte de su práctica en la clase de esgrima.

Marinette observaba el combate que se desarrollaba entre ellos para luego mirar su cuaderno de diseños y seguir dibujando.

La japonesa se recuperaba poco a poco de la confesión que Marinette le había dado.
Tenía de dos opciones, olvidarse de la ojiazul y ayudarla a conquistar a Adrien aunque igual se lastimaría en el proceso o dejar que sus sentimientos por Marinette sigan creciendo sin importar que no sean correspondidos.

Perdía sin importar cual opción escogía, en ninguna podía quedarse con la azabache de coletas y eso le dolía.

Adrien, él salía ganando aún sin saberlo; el chico era muy tonto para las cosas del amor o ignoraba saber que Marinette gustaba de él para no arruinar su amistad ya que no le atraía.

Envidiaba a Adrien, quizás si ella fuese un chico habría tenido oportunidad con Marinette.

La clase había llegado a su fin y se dirigieron a los vestidores.

Se cambió rápidamente y tomó su mochila, al salir de los vestidores pudo ver a Adrien platicar con una Marinette que tartamudeaba e intentaba no soltar su cuaderno de diseño de lo nerviosa que estaba.

Kagami soltó un suspiró de tristeza, aferró sus manos a la correa de su mochila al ver la mirada iluminada de la ojiazul que le dirigía exclusivamente a Adrien.

Sus pensamientos divagaron a imaginar que esa mirada iba dirigida a su persona, que ella era la causante de su nerviosismo y que con estar junto a ella la pondría nerviosa.

Era muy lindo imaginar que esos ojos azules se desbordaban de amor por ella y solamente por ella.

Frunció los labios y caminó hasta la pareja que al notar su presencia dejó atrás su plática para mirarle con una sonrisa.

—Marinette convenció a mi padre y a tu madre para salir los tres juntos. —Informó el ojiverde con una sonrisa.

Él disfrutaba mucho de pasar tiempo con sus dos mejores amigas. Hablando de relaciones de pareja el rubio no estaba interesado, solamente sentía atracción por Ladybug pero sabía que con ella no llegaría a nada, simplemente serían amigos.

Kagami les brindó una leve sonrisa acompañado de un asentimiento de cabeza.

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Kagami miraba los colores del helado que le ofrecía André, el famoso heladero de los enamorados.

La primera bolita de helado era de sabor fresa, seguía el durazno y por ultimo la mora azul. La combinación de colores le recordó a Marinette.

Luego de agarrar el postre dirigió la mirada a Marinette y a la combinación de su helado. Los colores que mostraban definían el aspecto físico de Adrien.

Su mirada se torno triste, quizás no era algo tan importante pero fue un pequeño detalle que le recordaba el hecho de a quién le pertenecía el corazón de Marinette.

—Las combinaciones cambiarán cuando menos te lo esperes —Kagami parpadeó confundida ante lo dicho por el heladero. —Ten paciencia y se perseverante. —Finalizó André con una sonrisa amable.

La japonesa bajo la cabeza pensativa, quizás el hombre tenía razón. Solamente era cuestión de tiempo para que Marinette note sus acciones y descubra su enamoramiento.

Pero... Quizás Marinette nunca se de cuenta de nada y se vuelva pareja de Adrien.

Levantó la cabeza y apreció a la azabache de coletas jugar con Adrien poniéndose ambos helado en el rostro.

Quizás debería de rendirse.








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Igual que él |Marigami|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora