Dolor

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Nunca supe como medir mi nivel de dolor en las cosas, situaciones, personas. Supongo que cada uno tiene su propio medidor, supongo que cada uno sabe cuándo algo duele menos o duele más y también supongo que cada uno sabe cómo gestionar esos niveles.

Como decía solo supongo.

Nunca supe cómo gestionarlo, hasta que me hiciste experimentar todo tipo de dolores. La decepción al ver que eras una persona con una máscara, una máscara que te ponías al venir para estar conmigo, una máscara que te ponías para ilusionarme, para hacer que confiara hasta el punto de dudar de todos.

Esa mascara se caía cuando cruzabas la puerta, cuando solo hablábamos por una pantalla, cuando yo no estaba presente y tú te asegurabas de que no me iba a enterar de absolutamente nada. Cuando me encerraste en una burbuja, haciendo que creyera que todos eran los malos y que tú serías mi único salvavidas. Una vez más, me confundí contigo.

No estaba enamorada de ti, estaba enamorada de la idea perfecta que me hiciste ver de ti.

A pesar de los comentarios, las acciones, todo lo malo, yo te seguía viendo como mi salvavidas, porque tú te esforzabas en que lo viera para que así fuera. Pasaban los días, los meses y yo cada vez me sentía más atrapada. Sentía que no estaba siendo yo, que solo me forzaba para intentar no salir dañada, porque sí, me dolías.

Me dolías constantemente, a todas horas, todos los días. Y la única que ponía de su parte, que se protegía con un escudo para no salir más perjudicada, era yo. A pesar de todas las veces que te advertía de ello. "Deberías intentar no hacerme esto, me hace daño", "Intenta hablarme de otro modo porque me duele", "No deberías haber hecho eso, sabes que me dañaría".

Todo eso era lo que te decía, para si de alguna manera, podría evitarlo, podría evitar salir más perjudicada. "Tengo paciencia, aunque sabes que me cuesta, sé que podrás cambiarlo", te decía mientras me llorabas en el pecho, disculpándote por lo que acababas de hacer.

Si, lo sé, suena estúpido, ahora que yo también lo pienso, era yo la que te consolaba por algo de lo que yo había salido mal parada, era yo la que te pedía perdón por haber sido tan exagerada, por haber hablado de cómo me sentía en ese momento, era yo la que te consolaba mientras me sentía perdida.

Era yo la que actuaba como si nada, queriendo decirte lo mucho que me dolía, queriendo que me abrazaras y te disculparas, que lo sintieras de verdad. Era yo la que esperaba un mensaje diciendo "Lo siento", era yo la que esperaba que te dieras cuenta por ti mismo lo que acababas de hacer. Mira si era simple, que lo único que esperaba era un misero perdón que saliera de ti, sin anteriormente haber sido yo la que te dijera lo que acababas de hacer, porque no eras capaz de darte cuenta.

Supongo que nunca quería admitirlo, me daba miedo. Me daba miedo hablarlo con mis amigas, supongo que prefería tragármelo sola. Me daba miedo su reacción, o la mía. Como he dicho, solo supongo.

Pasaron meses y la presión seguía aumentando, me sentía enjaulada, nunca supe cómo gestionarlo, porque a ojos de todos era yo la mala. Supongo, eso es lo que me han hecho ver, porque yo sentía que te hacia daño al hablar de cómo me siento, del dolor que tenía en el pecho por lo que provocabas tú, las pesadillas que se repetían constantemente. Como he dicho, solo supongo.

Todos esos pensamientos, que me atormentaban constantemente, a todas horas cada uno de mis días, se terminaron el día que tú te fuiste, no me avergüenza decir que fuiste tú el que me abandono, como tampoco me avergüenza decir que te suplique que no lo hicieras. Conseguiste que de verdad creyera que eras mi salvavidas. Por ello te tengo que aplaudir.

Mis suposiciones se confirmaron con el paso del tiempo, se ve que te encantaba hablar de lo mal que estaba, pero nunca del porqué, te armabas de valor hablando de ello, pero luego te acobardabas cuando tocaba contar que mi estado de ánimo estaba así por ti, que mi dolor muchas veces era por ti.

También pensaba que eras alguien que no soportaba los engaños en una relación, las traiciones, te encantaba presumir de ello, pero cuando no estaba, ¿Dónde quedaban esas palabras?

Nunca se me olvidara esa noche, cuando te conté todos y cada uno de mis traumas, confiando plenamente en ti, porque como me decías, querías hacerme sentir bien y segura. Di todo de mí, me armé de valor y puse todas mis fuerzas contándote todo lo que me habían hecho en mi pasado. Solo para que tú lo supieras, temiendo por si algún día tú me lo podrías hacer.

"Nunca te haré esas cosas, no soy uno de esos". Esas palabras se borraron a los seis meses, porque si, lo hiciste, lo hiciste más de una vez. Y ojalá haberlo evitado de alguna manera, pero no pude.

Creo que por eso me siento tan impotente, por eso una parte de mí, esta tan cabreada consigo misma, porque piensa que pude haberlo evitado. Piensa que se podría haber plantado y pararlo, pero siempre que me viene ese pensamiento intento apartarlo. Supongo que es para que no me vuelva a doler algo que ya está cicatrizando.

No todo es malo, te tengo que dar las gracias, porque gracias a ti, se lo que quiero y lo que no, se lo que tengo que permitir o no. Me has enseñado a medir todo tipo de dolor, y te lo agradezco porque ahora sé que lo último que quiero es volver a pasar por algo así.

Alma IntoxicadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora