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En nuestra cuarta vida aún eras un bebé cuando mi madre y yo te encontramos en el bosque.
La hambruna golpeaba el pueblo aquella vez y te habían abandonado a tu suerte, probablemente presos del dolor de no saber cómo alimentarte.

Te alimentamos y tratamos como alguien más de nuestra familia, más no supe quién eras hasta siete años después.
Yo rozaba los díez cuando una epidemia golpeo el pueblo y en mi delirio por la fiebre recordé al hombre de cabellera larga con el color del atardecer del que en tantas vidas me había enamorado.

Minutos después y con tu borrosa cara en lágrimas le pedí a la luna una vez más verte otra vez y sin esperar respuesta cerré los ojos.

Mil y un vidas [GrimmIchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora