El novio del año.

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Rafe.

Esto es una puta pesadilla.

—¡Vamos Rafe!— Artie grita desde la otra fila— Solo nos queda esta fila y ganamos.

—¡No dejes que agarren aquellas fresas!— Paris me grita— Están gordas.

—¡Si no es tu cuerpo, no lo critiques!— la molesto y ella solo voltea los ojos con fastidio.

Llevamos 1 hora y media recolectando las malditas fresas, me duele la espalda y hace un calor infernal, me he espinado las manos unas 10 veces y ya no siento mis pies, mi alergia al polvo no me deja respirar por los estornudos repetitivos y tengo irritado un ojo porque me cayo tierra así que solo veo con el ojo izquierdo.

Una. Puta. Pesadilla.

—¡Y la canasta ganadora es...!— la irritante chica en vestido azul habla por el micrófono— ¡La canasta Francesa!— la chica grita con emoción y Paros y Artie gritan y se abrazan. Lo sé, la canasta francesa es un nombre muy pretencioso.

—¡Ven, Rafe!— Paris me invita a que pase con ellos al frente para recibir la bendita cuponera que Lilly tanto deseaba pero, me niego, solo quiero ver la sonrisa de Lilly cuando sepa que ganamos.

—Lilly va a morir cuando vea la cantidad de fresas recolectamos— Paris habla emocionada una vez en el auto.

—Creo que tenemos fresas para el resto del año— dice Artie con la boca llena de fresas— Están deliciosas— jugo rojo le desborda por los labios.

—Definitivamente te llevas el premio al novio del año— Paris dice en el asiento del copiloto.

—Todo por mi Lilly— digo exhausto.

—Pero también te distrajiste, ¿no?— asiento con la cabeza— ¿Cuando tendrás tu cita con Lilly?

—No lo sé, tal vez mañana, hoy tengo trabajo— respondo simple.

—Bien, para sacar a todos se la casa— ella da una mordida a la fresa en sus manos y me acerca una, dudo en darle una mordida pero, se ve tan jugosa que termino mordiendo la mitad de la fresa.

—Están deliciosas ¿verdad?— Artie me dice y solo asiento con la cabeza. Esta bien, tal vez recolectar fresas no fue tan mala idea.

Todo el camino de regreso a casa Paris y Artie se la pasan cantando canciones de Harry Styles mientras yo decido ignorar sus horrendas voces y tratar de pensar en porque Lilly salió de la habitación la noche anterior.

Me preocupan sus cambios de humor repentinos, han sido más notorios en estos últimos meses pero, su mirada sigue apagada. Intento no preguntarle mucho sobre el tema porque se que me dirá que está bien, aunque últimamente he notado esos arranques de ira que intenta esconder cuando algo no le sale como esperaba, los arranques de alegría al salir con planes espontáneos como irnos de viaje o de la nada querer hornear conmigo, amo que piense en mi pero, eso no es de Lilly; ella es la chica del orden, la que tiene que revisar el menú de los restaurantes antes de ir para así saber que ordenar. Así que, cuando dejó la habitación ayer quise seguirla, pero tal vez necesitaba su espacio, ella me lo dijo mucho antes de todo esto, ella necesita estar sola.

Una vez en casa, Artie y Paris corren hacia el patio en donde Lilly está regando sus plantas y yo decido subir a ducharme.

—¿Usaron a Lilly para arrastrarte a esa granja?— Carlo se burla cuando nos topamos en el pasillo.

—¿Mi debilidad es muy obvia?— me río, estoy lleno de tierra y sudor.

—Yo creo que si...— comienza a caminar y yo sigo el camino a mi habitación.

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