This is me trying.

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Rafe.

Creo que estoy deprimido.

Me siento un completo inútil.

No... soy un completo inútil.

No puedo evitar sentirme mal por sentirme deprimido cuando tengo lo que estuve anhelando por los últimos 3 años, a Lilly. Es un sentimiento de culpa por no sentirme completo, ¿soy un completo idiota por tener a la mujer de mis sueños a mi lado cada mañana y aún así sentirme vacío?

—Orden para la mesa 6— Melanie dice sin emoción alguna y me entrega la charola llena de vasos. Odio este trabajo.

Odio a las personas, odio el olor a comida en mi ropa, odio darle la razón a los clientes. No veo la hora de terminar mi turno para poder ver a mi Lilly.

Esto no lo sabe nadie pero, aún no supero la mentira de Anne, creo que es por eso que me siento perdido, eso y que mi mente y cuerpo de están quemando por dentro por consumir. No mentiré, se sintió maravilloso volver a consumir, sin embargo después del placer viene la culpa, no es lo mismo que cuando consumía antes, ahora tengo a alguien que me importa y no la quiero decepcionar. No me estoy manteniendo sobrio solo por Lilly, también quiero recuperar mi carrera, quiero una familia.

—Tsss— alguien chista— Psst psst...— me llaman pero los ignoro.

—Ignoraste al cliente— Melanie me reclama.

—Soy mesero, no perro— le contesto cortante.

—Vamos Rafe, no seas infantil.

—No lo soy— me encojo de hombros y entro en la cocina.

—Vieeeejooo— Chad me saluda al entrar— ¿Un cigarro?— me acerca su cajetilla de cigarros y la miro por un momento, en realidad necesito uno pero, no puedo, debo estar 5 meses limpio de cualquier droga existente.

—No gracias, Chad— le sonrío y salgo por la puerta trasera.

Estoy de pie contemplando el suelo, contando las piedritas una por una, es todo lo que puedo hacer en mis descansos aparte de comer, cuando ya no hay más piedras por contar saco mi teléfono para mirar las fotos de Lilly, quisiera mandarle un mensaje pero hay un 99 por ciento de probabilidad de que no me responda así que me limito a mirar los videos y fotos que le he tomado. Alrededor de 2,000 fotos y videos de Lilly, más las que tengo en mi cámara y en mi computadora.

Fotos de Lilly horneando, meditando, haciendo tarea, concentrada, enojada, feliz, triste, mirándome con ese brillo en sus ojos; videos de ella bailando, los dos bailando, Lilly recitando la propuesta de Laurie en Little Women, Lilly cantando, Lilly intentando tocar mi piano, yo enseñándole a Lilly a tocar el piano. Jamás me cansaré de verla, de escucharla ni de sentirla, la amo mucho y siempre estaré agradecido con ella por escogerme a pesar de todo pero, me siento triste.

Necesito despertar, comienzo a sudar por la necesidad de consumir, las fotos de Lilly no funcionan, necesito verla, tocarla. Suena algo obsesivo decir que debo pensar en Lilly casa vez que quiera consumir —qué es siempre— es solo que más que una distracción es una motivación. Guardo mi teléfono y me adentro para tomar mis cosas, como quiera mi turno termina en 10 minutos.

—¿A donde vas?— Melanie pregunta— Tu turno termina en 10 minutos.

—A la Patagonia— respondo cortante y comienzo a caminar hacia la puerta.

—Rafe— me llama y me detengo pero no me doy la vuelta— ¿Como es que tienes un auto que vale dos veces mi casa y trabajas de mesero aquí?— una risita se me escapa y me doy media vuelta.

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